viernes, diciembre 22, 2006

Intervalo: Otra Campana II

Será, finalmente, cierto eso de que todos los caminos conducen a Roma. O como dicen los hermetistas, que cuando el alumno está listo el maestro aparece en su camino sin que aquel tenga que buscarlo.

Por un lado, está
esta serie:



, que no debe haber tenido el éxito esperado ya que no oí voces feministas levantarse con saña en su contra, dada su abundancia de conceptos misóginos. La historia que narra la tira, de la cual me enganchó la estética diseñada por Milo Manara, aparte de su contenido, en realidad es simple: un joven abandonado por su novia, cae, en plena depresión alcohólica, bajo las ruedas del auto de un viejo playboy, dandy y hombre de mundo, quien a cambio de olvidar el incidente le ofrece introducirlo en las artes de la seducción y convertirlo en un miembro de la Logia X, una sociedad secreta con siglos de antigüedad integrada por todos los grandes conquistadores de la historia.

A partir de este puntapié inicial, la historia transcurre a lo largo de las misiones asignadas al discípulo, donde translucen sus dificultades para salir exitoso de las mismas y las enseñanzas del maestro.

Más allá de lo frívolo del argumento (hay que considerar que el producto en realidad es una extensa publicidad de una conocida marca de desodorante para hombres), algunos diálogos interesantes se cuelan y quedan revoloteando en la psiquis.


- Axel (a propósito de una prueba que debe pasar en la que debe conquistar
simultáneamente a dos mujeres con personalidades opuestas): Pero para qué fingir
ser alguien que no se es? Nunca tuvo alguien que le importara realmente, por lo
que ella era y por lo que usted era?
- Lynch: Nene, por qué conformarse con ser alguien, cuando se puede ser cualquier persona?


Por el otro lado,
uno de los lectores de SP me ha dejado varias veces en sus comments los links a su site donde promociona varios libros sobre estrategia, seducción, marketing personal y del otro, y varios de contenido afin, como ser guías sobre lenguaje corporal.

Desde este sitio, después de revisar algo del contenido, navegué algunos links y me encontré en un foro de jugadores rápidos, donde se hacía repetida referencia a algunos nombres, entre los que se destacaban alguien con el pseudónimo Mystery y otro llamado Neil Strauss.

Neil Strauss era un escritor y periodista de rock & roll que había publicado reportajes a varias personalidades del mundillo del espectáculo y hasta había escrito un par de libros del tipo backstage por encargo para algunos de ellos. Y digo era, y hablo en pasado, porque Neil Strauss es un hombre muerto.

Strauss se deshizo de sí mismo y se reinventó a sí mismo en alguien que se llama Style, después de llegar, casi por accidente (como yo) a las comunidades de la seducción en Internet, y posteriormente tomar un seminario con uno de los Gurúes, los maestros Jedi en las artes de la conquista: Mystery. Este camino le tomó dos años de su vida. Y como en el fondo seguía siendo un escritor, cuando su historia terminó la compaginó en un libro y la publicó bajo el título The Game, que en castellano fue traducido a El Método.

The Game devela y transita por mucha de la teoría, similar a la expuesta en
el otro libro sobre seducción anteriormente comentado en este blog, aunque resulta mucho más rico que éste por su carácter biográfico, no solo del propio autor sino también del resto de los personajes con los que se topó a lo largo de su aventura, a la que no le faltan momentos divertidos ni dramáticos ni tristes ni existenciales. En cierta forma, es un libro de jornada, que describe el camino recorrido por uno (o varios) hombres en una cierta búsqueda, y los cambios que tuvieron que asumir y los desafíos que tuvieron que enfrentar para llegar (o no) al final de esta búsqueda.

Mis sensaciones fueron similares a las que me había causado el libro de Line; de entre todas ellas, sobresale la noción de cuán débiles somos los hombres en comparación con las mujeres, dado el esfuerzo y la distancia a la que podemos ir con el fin de relacionarnos con ellas. La segunda noción, en orden de importancia, tiene que ver con cuán pocos hombres pueden salir al mundo lo bastante armados tal como son: para el resto de la gran mayoría, relacionarse con mujeres es una destreza a adquirir, con práctica, dedicación y perseverancia. Sin embargo, The Game logra quitarle a toda esta empresa gran parte del sabor amargo de lo maquiavélico, ampliamente presente en el otro libro, mostrándola como un trabajo de superación personal y haciendo foco en lo positivo de su recompensa.

La teoría, de la que se describen trazas por aquí y por allá, me resultó mayormente pueril, aunque tengo que reconocer que en la interacción social muchas veces lo obvio es lo correcto, y justamente por eso es lo que todo el mundo hace. Por momentos, igualmente, me preguntaba cómo podían lograr el approach con versos tan ingenuos, y pensaba que eso debería servir para una cultura más sentada en la superficialidad cómoda como es la norteamericana, pero que en un lugar como Argentina esas mismas líneas de levante no servirían ni por dos minutos. Hasta que en una parte del libro, uno de los personajes lo confirma: había estado en Europa, y allí el juego le había resultado más difícil porque los locales no eran tan sosos como los norteamericanos y también tenían juego.

A lo largo de todo el libro, se plantea la situación de la primera interacción (digamos levante) como juego. Pero no sólo en la palabra: se concibe como un verdadero juego, digamos un juego de cartas lo bastante complejo como podría ser el poker, en el que para ser realmente bueno no alcanza con saber las reglas, sino que hay que conocer las estrategias ocultas: adivinar las cartas del oponente o saber cómo inducirlo a que se delate él mismo; recordar las cartas exhibidas y conocer las estadísticas sobre las ocultas; bloquear o neutralizar el juego de los demás jugadores; esconder el juego propio y manipular la creencia de los demás sobre éste.

Más allá del detalle, esta primera confirmación sobre lo inocente del juego que se describía, y que hacía aparecer no sólo a las mujeres sino también a los hombres como una masa homogénea y pasiva que podía ser siempre seducida en un caso o neutralizada en el otro con el mismo conjunto de habilidades, me dejó con una pregunta clave:

Ellas no tienen juego?

Style describe cómo cada nuevo iniciado a la comunidad, entraba en el juego buscando algo personal: algunos deseaban estar con mujeres 10; otros querían dejar atrás la virginidad; los había quienes buscaban notoriedad, celebridad, popularidad, o simplemente superar un pasado de timidez, frustración y abandono. Y no pocos, buscaban al amor de su vida. Uno de éstos, quien fue uno de sus primeros aprendices cuando él mismo se convirtió en un Guru, y a quien habían apodado Sweater, también fue uno de los primeros en retirarse del juego cuando cumplió su objetivo de conocer a la mujer maravillosa a quien acompañaría el resto de su vida.

Pero, a medida que el libro empieza a salir de su nudo, también lo hacen las vidas que narra, y empieza a ser notorio cómo los maestros infalibles del levante comienzan a fracasar en masa y a repetición cuando se trata de sostener esas relaciones en el tiempo. La superación personal para todos ellos llega a una meseta, donde el castillo de naipes se cae a pedazos, las estrategias dejan de servir y donde hay mucho más de lo mismo que había al principio de todo: vacío.

En medio de este panorama desalentador, Style recibe una llamada telefónica una madrugada. Es Sweater, quien en medio de una crisis de llanto le cuenta que a pesar de haber logrado su sueño, éste resultó muy diferente a lo que pensaba y que su vida es un desastre mucho peor al de antes del juego, a tal punto que había estado al borde del suicidio.

Ellas tienen juego.

En este punto, me cayó una ficha. Una gran ficha, una fichota. La ficha de cómo la seducción abre puertas que la cotidianeidad cierra. De cuánto más poderosa es la fantasía que la realidad. De cuánto más intenso es el enamoramiento, la calentura de un día que el amor de toda una vida.

La ficha que disparó la creación de SP desde un principio, y de lo universal que es la incómoda inquietud del segundo pensamiento; la que me hizo darme cuenta de que todo este blog gira alrededor de esas mismas preguntas. Y que mucha más gente se las hace, se las ha hecho y se las hará. SP acaba de atravesar su nudo, como las vidas de los que tuvieron un lugar en el libro de Style.

Tal vez sea momento de empezar a escuchar con otros oídos la letra de esa canción. Esa que dice: el amor es más fuerte.

lunes, diciembre 18, 2006

Lomo al Marsala, parte 2 (de 4)

Durante esas primeras charlas, me confesaste que lo único que no te gustaba preparar era buñuelos. Que los habías preparado, para dos personas antes, a una dos veces, pero que no te gustaba, y manifestaste alivio cuando te respondí que no los había probado nunca pero no me seducían más allá de la curiosidad.

Mis ilusiones y mi entusiasmo se expandieron como nunca antes. Me sentí acogido, recibido, aceptado, y con ganas de vivir la vida. Mis grandes angustias del pasado finalmente aclaraban, como el cielo después de una gran tormenta.

Tal mi entusiasmo, que un día te regalé un delantal muy fino, con puntillas bordadas, y mi alegría y mi enamoramiento cuando te lo vi puesto, con cara cómplice. Y después, un gorro, que te pusiste ese mismo día, y que realmente extraño vértelo puesto con lo bien que te quedaba.

Comíamos juntos muy seguido y disfrutábamos mucho, pero yo insistía en reservar la frutilla del postre. Me estaba enamorando de vos y no quería arruinar la química que parecía, ya, estar plenamente instalada entre los dos. La comida se había convertido en un espacio en común entre los dos, y alrededor de eso se gestaban otros sentimientos de proximidad, que se cimentaban en el disfrute de un placer compartido.

Entonces un día, yo estaba preparando algo especial para vos, o para los dos. Te sugerí algo y a fuerza de preguntas me lo sonsacaste.
- Si tiene que ver con cocina, desde ya te digo que SI.- dijiste
- Tampoco es nada del otro mundo, - respondí - me hablaron de un restaurante... que tiene una mesa bajo una cúpula de vidrio. Realmente me encantaría cenar con vos a la luz de las estrellas y tener una sobremesa dulce y romántica. Alguna vez lo hiciste así? – mientras pensaba, “con esto la mato”.
- Mmmm... mno exactamente así - me dijiste.

Algo me dijo que no iba a ser nada tan mágico ni especial para vos, pero mientras accedieras y lo disfrutaras, por mí estaba bien. Para mi desgracia, el restaurante no aceptaba reservas, ni siquiera con efectivo adelantado, pero me aseguraron que la mesa iba a estar disponible.

La mesa no estaba disponible, y tuvimos que elegir otra. Una mesa linda, con velas, champagne y al lado de una gran fuente, aunque las estrellas no se veían. Elegiste una porción bastante modesta de pollo grille al limon, con puré de calabaza. Un plato sabroso, correcto, aunque nada sofisticado, sobre todo comparado con el resto de la carta del lugar. Me quedé con un poco de hambre, y te ofrecí repetir. Pero tu gesto me lo dijo todo en un segundo. Que no querías repetir, que estabas incómoda, y que querías irte. Un poco confundido, pero aceptando que estas cosas pasan, y pensando en tu bienestar, dejamos el restaurante y fuimos a tomar un café a otro lado.

Y mientras estábamos en eso, y nos mirábamos con un poco de tristeza porque ese día ya no íbamos a estar juntos, ocurrió.

Hojeando un catálogo de modas, me mostraste una página doble a color, y lo dijiste.

- ACA, es donde comí lomo al marsala con el chef.

Y mi mundo se derrumbó. Pocas veces en mi vida había sentido el fracaso como algo tan material. Tan violento. Tan palpable, concreto. Nunca iba a superar al chef. Ni siquiera podía soñar, ni aspirar, a igualarlo. No podía ni siquiera encontrar un punto de comparación. Al lado del chef, yo era uno de esos tipos que preparan panchos, en carritos, en las esquinas. Un tipo común, vulgar, mediocre. Un tipo como un millón de otros, con los que uno se cruza en el subte, un día cualquiera.

martes, noviembre 28, 2006

Lomo al Marsala, parte 1 (de 4)

Nos conocimos, entre otras cosas, hablando de comidas. Compartiendo nuestros gustos y descubriendo con agrado cuánto coincidíamos.

En ese dulce principio, qué tiempos esos, nos pasábamos horas contándonos qué comidas nos gustaban más, qué cosas poco usuales nos habíamos atrevido a probar, cuán poco límite teníamos a la hora de comer – y a deshora también - y nos amenazábamos, jugando, un poco en broma pero un poco en serio, con qué cosas cada uno iba a impresionar al otro en la cocina.
- te voy a hacer un coulis de frutas con helado que te va a dejar idem – lanzabas, y yo ni corto ni perezoso,
- si, pero después del arrollado de pollo con trufas que te voy a hacer yo no te van a quedar ganas de postre.

Y nos reíamos juntos. Parecía revelarse una afición por la alta cocina que empezábamos a compartir, y nos gustaba alardear de nuestros logros como anfitriones. Y fue así que se desarrollaron nuestros primeros códigos, ese tipo de cosas de las que nos reímos cuando los demás no entienden, y nuestra primera confianza y comodidad juntos.

Y esa confianza creció, hasta que una noche de verano aceptaste que te invitara a cenar. Muy ilusionado, aunque reconozco, un poco tímido y algo temeroso al fracaso, te preparé un plato completo, pero no demasiado exótico ni vanidoso. Tampoco era cuestión de mostrar todo en una sola vez. Ese plato tenía que satisfacer un paladar exigente, pero también tenía que prometer cosas por venir. Tenía que lucirme, y dejar que me conocieras, pero no demasiado. Tenía que preservar un poco de misterio.

Qué alegría y que ilusión la mía cuando comiste toda la comida que te había preparado, y aunque sin palabras, tu cara me dijo que lo habías disfrutado. Sin apartar ninguna cáscara, sin separar el condimento, con alguna leve exclamación mientras lo degustabas, tu mensaje no hablado fue que así como lo había hecho estaba bien. Eso me llenó de entusiasmo y no vi la hora de invitarte de nuevo y de agasajarte con alguna cosa distinta.

Yo venía de una larga historia en la que mis habilidades como cocinero no habían sido bien correspondidas. Donde se me había ignorado, y hasta censurado y acusado de ser demasiado pretencioso y exigente. Mi ex, a todos los efectos prácticos, parecía no necesitar comer para vivir.

En nuestras charlas posteriores, sentí la contención suficiente como para confesarte esto, y me respondiste que con vos nunca me iba a pasar eso. Que me preparara, dijiste. Que vos me podías ayudar en la cocina, y enseñarme platos que yo no conocía, y que los íbamos a saborear juntos. Que a vos podía cocinarte todo lo que se me ocurriera. Si eso no es seducción, entonces no sé qué es la seducción.

Ya abiertos a la confesión, me retribuíste confiándome parte de tu historia también. Que tu ex era, también, y a su modo, un amargado, un tipo neutro al que no le interesaba nada de la comida, que no te había dejado expresarte, pero que por suerte había pasado por tu vida un chef, que te había enseñado a disfrutar de la cocina, a sentir los aromas y los sabores, y con el que habías perdido el miedo y recuperado el placer de cocinar y comer en compañía. Me hablaste de los postres helados que habías probado con él, de lo buenos que estaban, y de cuán seguido los comían.

Bien por el chef, me dije y te dije, aunque por un segundo de ingenuidad se me ocurrió pensar que tal vez podría ser yo de quien hablabas.
- no te pondrá celoso? Tal vez no debí haberlo dicho - , dijiste.

Y yo dije no, bien por el chef. Porque esos platos que te enseñó, y ese placer que te enseñó, ahora son para mí, y para mí y para vos juntos.

Y ya en tren de confianza, se me ocurrió revelarte algo mío, muy íntimo a fuerza de años de censura y represión, algo para lo que vi en vos a la persona indicada de confiar.

- algo que siempre quise probar... y nunca pude... es el lomo al marsala.
- Yo lo probé – dijiste – el chef lo hacía muy rico. Tal vez algun día, lo hagamos juntos.

Bien por el chef, pensé.

miércoles, noviembre 15, 2006

Otra campana I

A ver, visualizá esto: te compraste una biblioteca. Hermosa, enorme, brillante. Pero no tenés un solo libro. Entonces corrés a llenarla de ejemplares, porque para eso sirve una biblioteca. Vacía queda fea, no? Te vas a Yenny (si sos un poco adinerado) o al parque Centenario, si no contás con mucho efectivo, porque como necesitás llenar ese fantastico mueble nuevo, algo tenés que hacer. Te comprás decenas de libros, adornitos para los huecos, velitas, etc. No distinguís generos, calidad, ni nada. Sólo no te gustan los estantes vacíos.

Con el tiempo empezás a leer lo que pusiste y preferís algunos títulos a otros. Algún autor te deslumbra más que otro, entonces regalás algunos para poder llenar ese hueco con ese nuevo escritor que tanto te gustó. Así, vas con el tiempo, restringiendo un poco qué obras ocupan ese lugar. Quizás descubrís que te interesa la historia, y te conseguís muchísimos libros sobre el tema. Y descartás más títulos. Y traés nuevos. Así, durante mucho tiempo. Hasta que un día te das cuenta que tu biblioteca, esa que llenaste con "relleno estético" está completa de cosas que realmente te interesan.

Ahora trasladá eso a las relaciones. En un principio, (adolescencia, juventud temprana) seguro que tus parejas fueron pruebas, rellenos, una porque era linda, otra porque estudiaba con vos y te ayudaba, otra porque podías presentarsela a tus amigos. Pero cuando esa necesidad momentánea pasaba, chau interés. Una rosa y hasta luego. Pero con el tiempo, uno se da cuenta que las personas que llenan un lugar son descartables y por eso el amor se acaba. hasta que llega ESA persona, que no llena nada, porque ya todo está lleno por vos mismo. Y como no hay huecos, no hay posibilidad de aburrimiento (que desde ya te digo no creo en ese concepto, pero eso es para otro post). Estás tan lleno de tus propios intereses, que la otra persona sólo puede complementarte, acompañarte. Obviamente si ella también está llena de los suyos y vos no sos su rellenador de huecos.

Recién ahí, el sexo nunca es áspero, las caricias siempre son suaves y el tiempo compartido es lo de menos, porque están juntos más alla de necesidades circunstanciales, de horarios y condicionamientos. Es dificíl, pero no es imposible que el amor nunca se acabe. Al menos yo estoy intentándolo, y me va bastante bien.

Esto no lo dije yo, lo dijo Ele. Con su permiso (gracias Ele), lo publiqué porque más allá de la calidad y el contenido del comment, me llegó mucho la claridad y la madurez que transmite.

Yo me reconozco incompleto. Tal vez Ele tiene razón, y como tantos otros a los que veo simplemente levantando la cabeza y mirando alrededor, estoy tratando de tapar huecos con la presencia de alguien más. Personalmente, creo que todos tenemos aspectos sin terminar, inexperiencias e inmadureces, sobre las que basamos nuestra necesidad de crecimiento y de superación; sin embargo, tengo que coincidir con Ele en que no necesariamente esos "faltantes" tienen que tener un pie en el contexto de la pareja.

El amor es muy básico y muy frágil como para cargarle tanto equipaje.

Aspiraba, y sigo aspirando, al tipo de relación que grafica el ejemplo de Ele, aunque por un instante pueda parecer una utopía: la pareja como un ámbito donde los dos tengan todo lo que necesiten, y por ende, la libertad de permanecer, como un pájaro con la jaula abierta que no necesita escaparse.

(Gracias Ele por el comment y por dejarme publicarlo)

miércoles, noviembre 08, 2006

Rewind

Pará. Pará, un minuto. Rebobiname esa parte, porque me perdí algo importante de la peli.

Repasemos un poquito:

A)
- Las que eligen son siempre ellas.
- Como ellas son las que eligen, el juego masculino es más pasivo que activo.
- Es decir, buscando o provocando estar en el foco de la elección, adaptándose o simulando ser el objeto de deseo buscado. Esperando la oportunidad o buscando causarla.
- Pero no se le puede vender algo a alguien que sabe que no quiere nada.
- Así que hay que detectar, o bien causar, una necesidad, para entrar por esa rendija.
- Como el juego es pasivo, la exposición es muy importante, igual que la apuesta múltiple.

B)
- Hablando en general, lo que ellos buscan es llegar a segunda base, y lo que ellas buscan es llegar a cuarta base.
- Para lo cual, ella tiene que venderle a él segunda base, para que no se desilusione y abandone.
- Una vez llegada a cuarta base, ella cumplió sus objetivos y llegó el momento de relajarse en la relación. Segunda base? A veces, pero sin un ápice de semejanza con el principio.
- Encuestada, ella negará todo esto y aducirá que la calentura cedió lugar a la confianza.
- Este conocimiento, ha sido transferido de mayores a jóvenes, de modo que muchos especímenes macho van a la conquista con el conocimiento de esta circunstancia.

C)
- Por la combinación de A y B,
- Ellos van a la conquista aparentando no estar en ánimo de conquista.
- Lo ofrecido tiene que ser algo buscado por ellas, de modo que la promesa es un indicio de camino a cuarta base (me gustan los perritos, me gustan los chicos, etc).
- La estrategia es que ella vaya a segunda base, esperando que la lleven a cuarta.
- Una vez llegado a segunda base, él cumplió sus objetivos y llegó el momento para él de relajarse en la relación. Cuarta base? Tal vez, pero no muy probable.
- Encuestado, él aducirá cualquier clase de confusión u otra excusa para justificar su falta de interés en completar el proyecto de pareja.
- Este conocimiento, ha sido transferido de mayores a jóvenes, de modo que muchos especímenes hembra lo tienen en consideración en el momento de dejarse seducir.

C)
- Como el ritmo y el contenido del juego de seducción lo controlan ellas, en este punto se bifurca segun un elemento a pura decisión de ella.
- Si ella desea al hombre, hará una excepción a su estrategia e irá a segunda base sin importarle si llega o no a cuarta, e incluso sin importarle que esto pueda cancelar su posibilidad de pase a cuarta (caso 1).
- Si ella no desea al hombre, reforzará su estrategia y evitará y postergará segunda base todo lo posible, sin dejar de intentar asegurarse el pase a cuarta base (caso 2).

D)
- En el caso 1, ella puede o no llegar a cuarta base.
- En caso de que no llegue, y siempre y cuando él no haya sido un fiasco total, igualmente este hombre será un grato recuerdo, y quedará para siempre como uno de sus “divinos”. Contará con la disposición de ella cuando él quiera, y cuanto menos contacto mantenga con ella, más se reforzará toda esta imagen.
- Este caso grafica el deseo femenino, que en general no irá acompañado de amor, ya que en realidad ella prácticamente no lo conoce a él.

- En el caso 2, ella puede o no llegar a cuarta base.
- En el caso de que no llegue, este hombre será una de sus peores experiencias, ya que le habrá hecho perder el tiempo. Regará la noticia entre sus amigas y publicará blogs denostándolo y maldiciendo la mala suerte de ella con los hombres. Lo criticará y le pasará el mensaje de que ella tiene sentimientos y él es un idiota, cada vez que él intente contactarla. Negará, y jurará su oposición a la amistad con derecho a roce, previamente ejercida.
- En el caso de que ella llegue a cuarta base, habrá cumplido sus objetivos y acabará la vida felizmente casada y teniendo hijos a repetición con un hombre al que no desea y cuyo contacto le representa algo no solamente lejano al placer sino además aprehensivo, con lo cual la salud de la relación transitará un estado inercial alimentado únicamente por el impulso inicial (circunstancia también conocida como “efecto cuesta abajo”) de por vida, o hasta el fin de la relación.
- En este caso puede haber amor, entendido al menos desde el punto de vista femenino, que incluye el afecto, el conocimiento y el respeto, pero que excluye el deseo, que es algo que les pasa a las adolescentes.
- Además él tiene que sentirse igual. Su líbido no puede ser expresada fuera de casa, así que debe ser moderada y mantenida bajo control.
- Los fundamentos de ella para el sustento de la pareja están completamente sentados en el compromiso de él. Dicho de otra forma, él tiene obligación de fidelidad y mantenimiento de la pareja, y ella tiene derecho a esos mismos items, mientras que está exenta de otras responsabilidades en el mantenimiento.


Conclusiones (si es que existe tal cosa):
- Cuando un hombre te deja, y parece el peor del mundo, tal vez te esté haciendo el mayor favor de tu vida.
- Cuando una mujer te lleva a su cama, y parece la mejor del mundo, tal vez te esté causando el peor perjuicio de tu vida.
- Cuando una mujer te hace los mejores favores sexuales de tu vida, ella está pensando en otra cosa y lo mejor es que aproveches el minuto, pero te retires justo a tiempo.
- Antes de segunda base, ellas manejan el NO, y ellos acatan, presionan o persuaden. Después de segunda base, el escenario se invierte. Después de cuarta base, se vuelve a invertir.
- Antes de segunda base, ellos tienen la posición débil y ellas la fuerte. Después de segunda base y antes de cuarta, ellas tienen la posición más vulnerable, pero después de cuarta recuperan el control de la relación.
- El único lapso de debilidad del “sexo débil” es el comprendido entre segunda y cuarta base.
- El momento de gloria para ellos es el comprendido entre segunda y cuarta base, por lo cual para extenderlo es necesario postergar cuarta base indefinidamente.
- Ellas son las que llevan el pulso de lo que pasa sobre este planeta, pero no se hacen cargo.
- La construcción de la mayor parte de las parejas comienza con dos impulsos: el deseo por parte de ellos y un salto de fe por parte de ellas.
- Ellas basan su elección de pareja en dos directivas principales: la atracción pura y la potabilidad del proyecto de pareja a futuro. Difícilmente ambos criterios coinciden en un mismo hombre.
- La iniciativa más lógica para todos los hombres que no exceden la media de atracción (aproximadamente el 85% de todos ellos), es la de aparentar potabilidad como proyecto futuro.
- Cada vez entiendo más por qué los hombres son mentirosos antes de segunda base y tramposos después de cuarta.
- Un hombre infiel entre segunda y cuarta base, es mejor perderlo. Una mujer infiel después de cuarta base, es mejor perderla.
- Cada vez entiendo más por qué las mujeres son histéricas o fáciles (sin medios términos) antes de segunda base, ardientes después, y frías después de cuarta.
- Cada vez me pregunto más por qué no me compré un oso de peluche life size.
- Cada vez me pregunto más cuán difícil podrá ser construir una balsa que me deje en un islote desierto en alguna parte del Pacífico.
- Cada vez tengo más dudas sobre que la pareja pueda ser un ámbito de satisfacción y realización para ambas partes.
- Cada vez tengo más dudas de que el amor pueda realmente existir.

lunes, octubre 30, 2006

Cuánto?

Durante cuánto tiempo una persona puede sorprender?

Cuánto tiempo va a pasar hasta que la ropa que te parecía elegante empiece a parecerte repetida?

Cuánto tiempo, hasta que al invitarte al cine o a cenar pienses que otra vez te llevo al cine o a cenar?

Cuánto, hasta que creas que se me acabaron los trucos entre las sábanas?

Cuánto, hasta que mi conversación pase de interesante a intrascendente?

Cuánto, hasta que después de 1000 palabras acertadas, una única ocurrencia poco feliz te desilusione?

Cuánto, hasta el día que me veas barbudo, o con el pelo largo, o cansado, o arrugado, o enfermo, y el azul te empiece a resultar stone-washed?

Cuánto, hasta que mis ojos, mi voz, sean lo mismo de todos los días y dejen de llamarte la atención?

Cuánto, hasta que mis caricias te parezcan algo áspero y gastado?

Cuánto, hasta que la magia se termine, y el telón caiga, mostrándote claramente que soy un hombre común, un hombre más, y no Bond, James Bond?

Cuanto tiempo va a pasar hasta que te aburras de mí? Una, dos, nueve y media semanas?

Cuándo, será el momento en el que lo único que pueda intentar por vos sea mudar de piel, cambiar el papel, cantar otra canción, contar una mentira diferente, para que sigas creyéndola?

Durante cuánto tiempo más?

Hasta que, finalmente, no pueda hacer otra cosa que darte las gracias por los momentos y los recuerdos, un beso, una rosa, y despedirme...

viernes, octubre 20, 2006

Reglas de seducción

Hay tres lugares a los que sé cuándo entro, pero no cuándo salgo:

- Jugueterías,
- disquerías (con sus respectivos sectores de audio y video), y
- librerías.

Y de todas he terminado llevando más cosas de las que mi tiempo me permitió disfrutar.

Buscaba un libro sobre masajes, tratando de aportarle alguna base técnica a mi muy amateur approach al tema, y se dio que los libros de masajes estaban mezclados con los de “autoayuda erótica”. Por supuesto, mi curiosidad se tentó con varios de los títulos... desde el Kamasutra occidental con ilustraciones, pasando por el tantra y reflexología sexual, hasta una pléyade de misceláneos asociados a la sexualidad. Pero no pude evitar ver con asombro un tanto divertido uno de los libros.

Era un libro delgado, pequeño, con una tapa roja cuyo título rezaba: Cómo seducir a una mujer. Me causó bastante gracia, inmediatamente pensé en el tipo de libros de “Cómo hacerse rápidamente millonario”, que siempre supuse que deben tener una sola página impresa con una única oración: “Escriba y publique un libro con un título como el de éste”. Si uno supiera cómo hacerse rápidamente millonario, qué motivación podría tener para contárselo a todo el mundo? Lo mismo con la seducción.

Bueno, finalmente decidí que mi curiosidad valía más que los 14 pesos que costaba el libro, y lo compré, decidido a divertirme a lo grande descalificando todo lo que leyera.

No me divertí nada. Me sentí como Neo, en la escena en la que Cypher le dice “Yo sé lo que estás pensando. Es lo mismo que yo pienso cada día de mi vida. Por qué, por qué, no me tomé la pastilla azul?”. La ignorancia, más veces que no, es una bendición.

La sensación era conocida: ya me había pasado antes, con otro libro, “Qué haría Maquiavelo?”. Una descarga de cinismo a la que uno no puede encontrar fundamento para rebatir, ni para descalificar; una sobredosis de verdad, con un importante costo no reembolsable en la inocencia.

El libro, para hacerle justicia, cumple con lo que promete. Abunda en detalles sobre técnicas referidas a la seducción, desde lo logístico y obvio (bañarse, tener el auto limpio, etc.) hasta lo profundo y avanzado, y aquí es donde la sopa se espesa. Porque lo avanzado dicta pauta sobre pauta sobre el ejercicio más eficiente de ingeniería inversa sobre la psiquis de la potencial víctima, y pone en evidencia el costado más frío, calculador, mezquino, mecánico y desleal del tema. El libro tiene un enfoque determinístico; el éxito está casi asegurado por un pilar de técnicas. En ningún lado menciona sentimientos, ni deseo, ni piel, ni tampoco va más allá de la realización de una noche de levante. Para la consecución del logro, asesora sobre temas que van desde la vestimenta, las mejores formas de establecer el primer contacto, la etiqueta más efectiva para llevar la conversación posterior, la administración del dinero destinado a la empresa, y la lectura de las fases de disposición de la dama a través de sus señales, hasta técnicas para detectar y posteriormente manipular los deseos de ella, en las que el objetivo final es lograr posicionarse en una imagen mental – en ella - de proveedor de lo deseado por ella.

Y aquí es donde empieza la magia negra en todo su esplendor: porque, segun el autor, el secreto para mantener el interés de una mujer consiste en prometer la satisfacción de sus deseos, sin concretar esta satisfacción. Lo importante es la fantasía de satisfacción, para perpetuar la cual es necesario mantener el vacío que genera el deseo. En otras palabras: con la panza llena, se acaba el hambre, así que panza llena es una condición a evitar.

Del nudo del libro en adelante, me venían muchos casos conocidos a la mente. Efectivamente, es muy común que las mujeres se quejen de la permanente promesa masculina que no se cumple; lo curioso es que estos prometedores logran el objetivo, mientras que los aciertos de los tipos que van con la autenticidad por delante son mucho menores en número. No podía negar lo que leía, pero tampoco podía dejar de leer, y mi desencanto iba en aumento.

Particularmente, me venía a la mente un caso muy conocido por mí: el emblemático caso del chef. El chef debe haber tenido acceso temprano (muy temprano, dos años antes que yo) al libro, o bien lo debe haber escrito él mismo, bajo un seudónimo, porque lo cumple de cabo a fucking rabo, y más de tres años después le sigue dando resultados.

Pero lo realmente triste, la verdadera cuestión de fondo, es que la gente siga tomando la pastilla equivocada, esa que se ve apetitosa por la mera circunstancia de no tenerla.

martes, octubre 17, 2006

Lo Difícil

Lo dificil no es enamorarse, lo dificil es enamorarse mutuamente.

Lo difícil no es tener sexo. Tener sexo es fácil. Lo difícil es estar con alguien, en cuerpo y alma.

Lo difícil no es hablar. Ni siquiera conversar, es difícil. Decir cosas es fácil, lo difícil es entenderse con un gesto, con una mirada.

Lo difícil no es convivir. Lo difícil es conocerse.

Lo difícil no es pedir. Lo difícil es saber qué quiere o necesita el otro, y estar listo a dárselo. Lo difícil es cruzar la línea a veces, y enseñarle al otro algo nuevo sobre sí mismo.

Yo puedo pedirte que estés a mi lado, pero no puedo pedirte que me ames.

Puedo pedirte que abras tus piernas, pero tu alma la tenés que abrir vos sola.

Puedo pedirte que me abraces, pero no que quieras abrazarme.

Puedo pedirte que me esperes, pero no que me extrañes.

Puedo pedirte que me beses, pero no que mi beso te dé cosquillas.

Puedo pedirte que pases conmigo el resto de mi vida, pero no puedo pedirte que te interese saber quién soy.

Puedo pedirte que me acompañes, pero no que crezcas conmigo.

Puedo pedirte que me hables, pero no que me digas lo que te pasa o lo que sentís.

Puedo pedirte que juegues conmigo, pero no puedo pedirte que tengas ganas de jugar.

No puedo, finalmente, pedirte que te enamores de mí.

miércoles, octubre 11, 2006

Caso de estudio II: El huevo y la gallina

Claudia y Pedro son una pareja como muchas otras. No solamente por su edad, comparable a la mía, sino que representan un modelo repetido por miles y de los que todos conocemos por lo menos una.

Una pareja, podríamos decir, aburrida.

Ella está cansada de la monotonía. Sabe que quiere salir, pero no sabe de dónde, ni cómo, ni hacia dónde. Él, se siente solo, cansado de que su mujer lo rechace y no lo tenga en cuenta.

Estos son los castigos, que corresponden a los pequeños crímenes que cada uno de ellos comete todos los días, desde hace un tiempo indeterminado, pero en todo caso abundante. Ella lo ignora. Él la descuida, porque ella lo ignora. Ella lo ignora más. Y ya tenemos servido el loop para el desastre.

Recientemente, tuvieron novedades en su relación, finalmente las cosas se sacudieron. Él tiene indicios, tenues pero indicios al fin, de que ella le es infiel. Y una vez sembrada la duda, es difícil extirparla.

Yo no puedo evitar ver en este modelo, igual que en el de Débora y Gabriel, y el mío propio con Pilar, un patrón a esquivar a toda costa, que tiene que ver con el establecimiento de la rutina, la comodidad, la seguridad y la planificación a largo plazo. Porque, encuestados por separado, todos ven la foto de hoy, y olvidan que al hoy se llegó construyendo el ayer. Nadie fue el primero en dar por sentado, por cosa segura, al otro: ellas no fueron las primeras en olvidarse que tenían al lado a un hombre, y ellos no fueron los primeros en olvidarse que tenían al lado a una mujer.

Entonces, qué es primero: la apatía o el abandono? Primero es la rutina o la pérdida de interés? Primero es el resentimiento o el fin del amor?

Hay quienes, en un supremo ejercicio de ¿resignación? ¿costumbre? ¿comodidad? ¿vocación de sufrimiento? ¿integridad?, perduran en estas relaciones por los siglos de los siglos. Y hay quienes, también, las mantienen, pero sin dejar de buscar en otro lado el impulso que, ahora sí, los mantiene realmente vivos.

Podrá ser que el amor de pareja sea más inviable de lo que nos dieron a pensar cuando nos educaron? O que, en realidad, los conceptos de amor y pareja sean más incompatibles?

En mi caso actual con Juana, yo sé dónde empezó este loop, y también sé que no puedo pararlo yo solo, por más que lo intenté y lo intento.

Lo que sigo sin saber, es si ese principio es el huevo, o la gallina.

jueves, octubre 05, 2006

SMS

1.

Cuando salió del trabajo ya era de noche. Una noche fría y lluviosa, la noche de un día triste, melancólico.

Su cabeza estaba llena de preguntas sin respuestas, de desorden; le daba muchas vueltas la conversación que había tenido con una amiga. Pensaba en la crueldad y la injusticia de la vida, haciendo al mismo tiempo un esfuerzo por no concentrarse en eso y tratar de encontrar un enfoque positivo y con propósito.

Llegó a su lugar. El lugar que había elegido para momentos como ese, un remanso perfectamente solitario, desde el que alguna vez le envió un mensaje en el que le decía cuánto le gustaría hacerle el amor en ese sitio exacto.

Se sentó. Se paró. Caminó un poco y se volvió a sentar. Fumó, y pensó, y fumó, y pensó, y lloró. Lloró como todo un hombre. En soledad.


Te adoro te amo te deseo quiero que seas feliz quiero para vos la mejor vida que una mujer pueda tener quiero que tus sueños se hagan realidad te llevo en mi piel en mi alma en mi pensamiento me tocaste como nunca nadie me tocó.
Sos la mujer de la vida de alguien.
Sos la mujer de mi vida.
Sabelo. Es tuyo para siempre.

Su dedo jugó. Una vez, dos, tres. Sí, no. Borrar. Un instante muy largo.

Opciones. Enviar.

Un nudo en la garganta. Una duda muy sádica.

Clic.

Encendió un último cigarrillo, mirando la lluvia sobre el parque y las ventanas iluminadas de las torres, preguntándose cuántas historias podrían contar.


2.

- Hola.
- Hola. Cómo estás?
- Bien –, mintió con la voz, pero no con la expresión.

Un beso, con el mismo sabor de muchos de los besos recientes. Un sabor a beso de despedida.

- Cómo te fue?
- Bien, normal.
- Tenés hambre?
- Algo.


3.

- recibiste un mensaje?
- No...
- Segura?
- No.. a ver? -. Él continuó revisando su correo.
- Ah sí... no lo había oído.

La miró un instante. Ella dejó el teléfono sobre la mesada, y volvió a lo que estaba haciendo.

- Qué lindo mensaje –, dijo. – Hablé con mi mamá hoy... –. Él no pudo recordar el resto.


4.

- Ya tengo algunas cosas.
- Qué?
- Ya tengo varias de esas cosas... las que dice el mensaje.
- Me alegro mucho.
- Te va milanesa de pollo?
- ...
- ...
- Sí. Milanesa de pollo está bien.

viernes, septiembre 29, 2006

Algun Día

Algun día vas a encontrar en alguien lo que yo encontré en vos, y ese día me vas a entender. Yo todavía ahora estoy entendiendo cosas, gente, que pasaron por mi vida, y por qué pasaron.

O tal vez ya lo encontraste, y pasaste, o pasó de vos, pero en todo caso eso no me interesa, no quiero, no necesito, ni me creo en el derecho a saberlo. No me puede doler más.

Vos no sos una nena. Te gusta jugar a hacerte la nena conmigo, pero sé que entendés, perfectamente, de qué te estoy hablando, cuando toda tu respuesta es una expresión de desconcierto poco convincente.

De esa espina, clavada en el corazón, justo encima de la boca del estómago, que te duele, pero no te atrevés a sacar, porque sabés que te va doler más, o tal vez porque en realidad te gusta cómo te duele.

Algun día, vas a encontrar a ese que te toca el alma, y se la lleva con él, arrancándotela a jirones, pegada en la punta de los dedos, aunque te enoje no poder hacer nada por evitarlo.

Ese que te funde la piel, que te incendia de la urgencia, al que no podés esperar, por más calma que intentes quedarte.

Ese que te marea solamente con su mirada, y que te emborracha solamente con su voz, sin importar cuánto fuerces a tu voluntad por mantenerte compuesta.

Ese que te sonroja, te acalora, y te humedece con sólo acercarse, venciendo a todos tus pudores y tus vergüenzas.

El que te estremece, te hace correr frío por la espalda, y te emociona hasta las lágrimas, con solamente abrazarte, más allá de toda lógica y de toda explicación.

Algun día, lo vas a encontrar, y entonces te va a asaltar mi recuerdo lejano, y finalmente vas a entender todo lo que hoy te parece raro en mí, y las piezas van a caer y encajar solas, ensamblando en un segundo el rompecabezas que hoy soy para vos.

Ahora, terminá de vestirte y vamos. Creo que se nos hizo tarde.

martes, septiembre 26, 2006

El Flash Milagroso (de Otras escalofriantes teorías, parte III)

Una de las mejores definiciones del amor a primera vista que oí en mi vida, la oí – como era de esperarse – de una mujer. No recuerdo quién era ella, pero sí me acuerdo lo que dijo:

- Creo en la calentura a primera vista. El amor es otra cosa.

Recuerdo que en el momento no me sedujo, no coincidí mucho. Cuando lo reviso ahora, en cambio, me parece una importante exhibición de madurez emocional.

Es que cada vez creo más que hay una edad en la que finalmente hay que dejar los cortos y entender que el cariño y la calentura recorren caminos neuronales diferentes y son disparados por hormonas tan distantes que a unas las segrega el cerebro y las otras, el talón del pie.

Yo solía entenderlas como emociones relativamente hermanadas, y de la fusión de las cuales, ahora sí, emergía triunfante el Amor, así, con mayúsculas, el grande, el verdadero, ese flash cegador de la vista y el alma. Ahora, a veces se me ocurre si no estaré ya grande como para hablar de amor; mucho más de amor a primera vista.

Yo soy enamoradizo. Es algo que siempre tuve que controlar de una forma u otra, y que mayormente pensaba que sólo nos pasaba a los hombres. Pero, cada tanto, me llega una historia que me demuestra que estoy equivocado. Malizia, por ejemplo, la relata en su blog con la deliciosa y habitual maestría a la que nos tiene mal acostumbrados a sus lectores.

Por supuesto, al escuchar o leer esas historias, uno como hombre no puede evitar preguntarse qué haría falta para pasar de espectador a protagonista; si hay algo que efectivamente falta, o si hay algo que se pueda hacer para favorecer una situación así. Y como siempre, hay respuestas que son inmediatas, hay otras que quedan fuera del alcance de visión, y hay más preguntas inducidas.

Para empezar por el principio, yo no soy ni alto, ni ancho, ni morocho de pelo enrulado, ni rubio de pelo lacio; no tengo ojos azules, ni soy extranjero, ni exótico. Supongo que en algun punto, no transmito al mundo la imagen de “virilidad” grabada a cincel en el comun de los cortex femeninos. Y como oí hace poco, "Nunca hay una segunda oportunidad para una primera impresión".

Inmediatamente, vendrá el consuelo de que con ser “especial”, “distinto” u “original” es, sino suficiente, al menos un buen comienzo. Convengamos en algo: en una ciudad con 10 millones de habitantes, ser “distinto” y “original” es bastante improbable. A pesar de lo cual, yo ciertamente me considero único y diferente, incluso hasta cierto punto un renegado, y escapo lo más que puedo a cualquier clase de estereotipo, pero esto rara vez me jugó a favor, más bien me jugó para el lado de quedar como el bicho raro en cuanto grupo estuviera, y me causó en mi juventud más problemas de adaptación que capacidad de seducción.

En este punto, uno es asaltado por una tenue, pero intensamente persistente y fastidiosa sensación, como si un chihuahua te estuviera tironeando del pantalón, de que historias así no están escritas para todo el mundo, que hay gente que no puede aspirar a ellas por el término completo de sus vidas. Y no porque nadie nunca se haya enamorado de mí, que no es el caso, sino que ni es lo más habitual, ni es en ciertos términos.

Y si me siguieron hasta acá, pasemos la pantalla y prosigamos al siguiente nivel de dificultad: que el enamoramiento sea mutuo.

Si tenemos que hacer un análisis que nos lleve a algun lugar útil en la práctica, tenemos que hacer algunos números, y llegar a una probabilidad. Supongamos, para el caso, que un@ es solter@, sale con frecuencia y conoce una cierta cantidad de gente del otro sexo todos los meses, que está dentro del rango aceptable de edad. Para facilitar las cuentas, supongamos que un@ conoce con una proximidad aceptable, a unas 20 personas. Segun como esté su nivel de exigencia, a un@ le pueden gustar más o menos la mitad de estas personas, pero para el flash hace falta más: digamos, uno de cada cien. Eso significaría que hace falta esperar, en promedio, 5 meses para pegarse un buen enamoramiento, a los cuales habrán transcurrido otros 99 candidatos por debajo del par, y supuestamente, otros 99 candidatos para el causante del flash. La probabilidad, entonces, de uno en cien en uno en cien, es de uno en 10.000. A 20 candidatos por mes, arroja una espera de casi 42 años.

Ergo, el flash mutuo es ciertamente milagroso, y al que le haya ocurrido, puede sentirse agradecido de haber sido tocado por el dedo meñique del pie de Dios.

Así que la conclusión obligada es que la gran mayoría de las parejas están conformadas por dos personas que no fueron mutuamente flasheadas, sino un mix entre las que tienen a uno solo de sus integrantes flasheado y las que no tienen flasheado a ninguno de los dos. Y las que me preocupan en particular son las segundas, porque hay una connotación muy inquietante: en estas parejas, uno, el flasheado, es el motor de la relación, y el otro, el no flasheado, es alguien que accede a la relación, pero sin mayor motivación interna. Algo así como l@ quiero porque me quiere. Algo así como un amor piadoso, que está muy lejos de la pasión y la entrega con locura del otro integrante.

Algo que uno, si no hubiera aprendido hace mucho que la vida no tiene por qué ser justa, consideraría injusto.

viernes, septiembre 22, 2006

Todas distintas

Los hombres solemos esgrimir una frase del saber popular que dice que “son todas iguales”.

Bueno, señores, con una mano en el corazón... hay que hacer ejercicio de humildad y reconocer que es por puro despecho y en represalia a la frase espejo de ellas hacia este lado, que esa sí es, no sé si cierta, pero al menos bastante aproximada.

Una de las grandes dificultades para los hombres a la hora de conquistar, seducir o gustar es justamente la falta de parámetros y de consenso del lado de ellas con respecto al estilo, vestimenta, contextura y toda arma de seducción existente, imaginable o por inventarse.

En cambio, en la recíproca, ellas suelen sostener que basta con una buena cola y unas buenas tetas, para capturar nuestras miradas – y nuestros pensamientos. De nuevo, bastante aproximado. En mi caso particular, no basta – busco también una cierta actitud, y unos ciertos rasgos faciales y generales – pero tengo que reconocer que suma, y bastante. Sobre todo las tetas.

De este lado no hay armas tan infalibles como unas tetas – que por otra parte hoy día es relativamente fácil ajustar al canon de belleza que la moda imponga. De este lado, lo que priva a la hora de la conquista se nutre en la más pura de las incertidumbres.

Las hay quienes mueren por los tipos musculosos, y a quienes les repulsan. Están aquellas que se impresionan con un tipo trajeado y formal, y otras a quienes les va más el jean de tiro largo por la rodilla a la hip-hop; y si viene con gorra de costado y skate en la mano, mejor. Algunas prefieren la prolijidad de la camisa o remera adentro del pantalón, y a otras les parece lisa y llanamente ridículo. A algunas les desvía el ojo el pelo largo, y las demás se dividen entre las que lo odian por envidia y las que simplemente lo odian. A algunas las seducen las canas – sip, tal cual, si te teñís para ocultarlas pasás por viejo gatero -, a otras los pelados, a otras los rubios, a otras los morochos, a otras las barbas, a otras sólo el bigote macho tipo comisario, y otras detestan todo esto.

Con respecto al estereotipo general donde cuadrar al caballero, parece haber un esbozo de consenso, al menos en lo meta-concreto: el éxito atrae. A ellas parecen gustarles los tipos a quienes les apasiona lo que hacen, sea lo que fuere que hagan. Pueden ser músicos, actores, profesionales, chefs (la puta madre dicho sea de paso), o cualquier otra cosa. Parecería que cuanto más exótica la profesión, más sex appeal, aunque esta lista la encabeza el empresario, que ese sí seduce a cualquiera de ellas.

Yendo al temperamento del ejemplar masculino, los criterios vuelven a diverger: algunas los buscan firmes, sólidos y estructurados; otras, se involucran con niños grandes, caprichosos, inconstantes y dependientes; a algunas las atraen los machos recios, duros y distantes, y a otras los tipos tiernos, cálidos y cariñosos. La mayoría dicen buscar hombres buenos, pero terminan reconociendo su debilidad por los chicos malos.

Suponiendo que el señor de marras haya podido sortear este laberinto y haber encajado con cierto porcentaje exitoso en el gusto particular de la señorita - lo que ya raya en el milagro de entrecasa – y la cosa esté lista para fase 2, las dificultades se expanden: en la cama no hay dos que remotamente se parezcan, con lo cual el señor puede ir archivando tranquilo todas las recetas oídas, vistas o leídas, junto con el conocimiento adquirido en experiencias anteriores. Cada mujer te devuelve a los 17, cuando no sabías nada de nada. En cada cama hay que aprender todo de nuevo.

En mi experiencia personal, me han tocado aquellas a las que no les gustaba que las besaran, y otras que reclamaban más besos; algunas a las que no les importaba en lo más mínimo el orgasmo, y otras que reaccionaban con enojo cuando no lo tenían; las que sólo podían llegar al clímax si llevaban el mando, y las que sólo se acostaban y se dejaban hacer; a las que había que presionar hacia arriba, a las que había que presionar hacia abajo, y a las que la penetración hacia donde fuera las tenía sin mayor novedad; algunas que no querían saber nada de recibir sexo oral, pero ardían cuando las tocaban, y otras en el caso totalmente inverso. Con respecto al oral saliente, hay más consenso: las pocas que lo aceptaban, lo hacían con más recelo que pasión. La lista sigue, y abarca todo el abanico imaginable de la actividad sexual: la desnudez, las caricias, el ambiente (por ejemplo: me han llegado a reclamar que no íbamos a hoteles, y me han llegado a reclamar que íbamos a hoteles), el horario, el ritmo, la duración, la iluminación, el juego, la duración / variedad / intensidad de los preliminares... y seguramente me olvido de muchos más.

A la vista de lo cual, el famoso, preciado y casi casi místico “saber de mujeres” es un don al que me parece bastante improbable – por no decir imposible – aspirar.

Y sin embargo, aprendiendo a través de sucesivas relaciones, nos las arreglamos para desarrollar técnicas, y tácticas, en la vida, para acercarnos al tan enigmático y variado sexo opuesto. Cómo hacemos? Yo creo que en el ejercicio de la resignación y la arbitrariedad. Para resumir el concepto, quedaría más o menos así:

- Ya que no se las puede entender, y ya que no se les puede gustar, salgo al mundo como soy, y dejando muy en claro cómo soy.

El truco aquí es lograr que la mayor cantidad posible de gente reciba el mensaje de cómo es uno. Cuanto mayor la muestra, más probabilidad de que alguna fémina a quien le seduzca el perfil, quede en la red.

Y sin embargo, esta conclusión tan práctica y tan razonable tampoco suele funcionar muy bien – salvo, claro, que uno sea el empresario exitoso, chef, aviador, esquiador, agente secreto, músico y skater, en cuyo caso no hay nada que lo pueda detener -, con lo cual volvemos a que sí existen reglas de seducción, que están más o menos identificadas, y sí existe un protocolo de acercamiento a ellas.

Que cuáles son? Bueno, eso, en el próximo episodio.

(continuará)

jueves, septiembre 21, 2006

No hay nada que hacer...

...hay ciertos actos fallidos que me definen:

- Mandar el mail "te lo envío adjunto"... sin el adjunto.
- Traer los cigarrillos, pero olvidarme el encendedor.

Damn... tal vez hoy sea el día para finalmente dejarlo.

martes, septiembre 19, 2006

Disfraces

Buenos Aires, una ciudad trazada en épocas en las que la población era la décima parte de lo que es ahora, y la densidad vehicular la vigésima. Empedrados inaceptables por todas partes, y avenidas congestionadas a perpetuidad, como las nieves eternas de las montañas. Creo que mucha gente se debe haber quedado a vivir, directamente, en lugares como Avenida Córdoba, en algun embotellamiento que sencillamente duró para siempre.

Avenida Corrientes, de mañana, hora pico, a paso de hormiga. El tedio y la resignación invitaban a distraer la mente en el deporte ocioso por excelencia: observar a la gente, y la abundante marea humana de la zona del Once ofrecía un abanico por demás rico. Los carteles de los negocios también aportaban lo suyo, sobre todo los de las numerosas casas de ropa interior femenina.

- Yo regalé muchos conjuntos como ese, pero nunca me lo desfilaron así.

En eso estaba, cuando desde el rabillo del ojo me llamó la estridencia de una de las vidrieras. Un negocio de ropa para chicos. Multitud de objetos pequeños, con apliques todavía más pequeños, en colores vivos y contrastantes. Y del toldo colgaban disfraces. Un surtido de disfraces de esos que a los chicos les gusta ponerse en las fiestas de cumpleaños.

Power Rangers, en todos sus sabores imaginables: SPD, Dino Trueno, el clásico...; Batman; Spider Man; Superman; y en el centro de la muestra, se empezaban a intercalar con Cenicientas, Blancanieves, y ese vestido rosa de las películas de Barbie.

Me hizo pensar que más allá de las diferencias obvias, son aproximadamente los mismos disfraces que los adultos nos ponemos para gustar y seducir: superhéroes testosterónicos para ellos, princesas delicadas y necesitadas de un salvador, para ellas. Claro que los hombres nos ponemos disfraces más cercanos a la realidad, aunque más no sea para no hacer el ridículo con una capa roja. Nos ponemos trajes, para jugar a los ejecutivos. Cuanto más caro el traje, más importante y más seductor. Nos ponemos corbatas. Nos ponemos uniformes. De bombero, de policía, de médico. O nos ponemos el antiuniforme de bohemio, de artista, de mente libre. Lo importante es transmitir el mensaje de que hacemos algo serio e importante para la humanidad toda, y que lo último en lo que estamos pensando cuando miramos una mujer es en sexo. Qué irónico, si lo que estamos haciendo, en el fondo, es jugar.

Muchas veces me ha llegado el comentario de lo común que es que a las mujeres las atraigan los uniformes. La fantasía de ser rescatada por un bombero figura consistentemente en el top ten en todas las encuestas sobre fantasías femeninas que leí. Los delantales médicos también gozan de un alto status en la imaginación de ellas.

Cuántas veces, cuántas víctimas, de ambos lados de la frontera de géneros, se habrán cobrado disfraces como estos. Cuántas desilusiones, justo en el momento en el que el disfraz se gasta y no se puede sostener más, y se ve la remera, el jean, quién es la persona, detrás del personaje de las primeras citas, de los primeros meses. Ese umbral pasado el cual se acaba la seducción, y la sorpresa y la fascinación se vuelven inviables, y el disfraz se convierte claramente en la mentira que siempre fue. Ese momento de la verdad, en el que las reglas y las indentidades cambian, y empezamos a hablar de una pareja completamente distinta a aquella que se conoció y fue a tomar un café, a bailar, al cine, a cenar. Una pareja tan distinta, que ahora podría no tener el menor sustento.

Por qué lo hacemos? Pensaba, mientras el semáforo abría y finalmente ponía primera para avanzar otros diez metros. Cuando era más joven, y más ingenuo, pero no necesariamente más idealista, creía que uno podía salir al mundo tal cual era, y que alguien, algun alma gemela, lo iba a notar, iba a ser atraída, justamente por eso. Y como es de esperarse, el mundo me trató como me tenía que tratar: bajándome a hondazos de mi soberbio pedestal.

La seducción existe. La gente la lleva, la inventa, la hace real. Nos hace falta. Jugar el juego, y decir todas las mentiras que hagan falta, y esconder todas las cartas que sea necesario, llevados por el entusiasmo de la conquista y los nervios de la proximidad, de la urgencia, de adivinar el tenue, distante y embriagador aroma de los sueños cumplidos.

Aunque sus reglas sean otras, muy distintas, a las de nuestra vida normal.

Demasiado distintas.

viernes, septiembre 15, 2006

El Cruce

Hoy voy a cruzar una línea.

Hoy voy a volver a tomar control de mi vida y de mis experiencias.

Hoy me voy a sacar una carga de encima, y como bonus, le voy a sacar una carga de encima a alguien que me importa.

Hoy voy a pasar del otro lado del vidrio, y finalmente aprender cómo se ve este lado desde aquel lado.

Puede salir bien. Puede salir mal. Puede quedar todo igual. La puedo pasar bien, o no, o salir lastimado.

La verdad puede ser dura, o puede confirmar las cosas que sé desde hace mucho, y que todavía me resisto a aceptar. O puede tenerme reservada alguna sorpresa.

Hoy voy a cambiar algo.

Hoy voy a intentar una estrategia distinta.

Hoy voy a hacer algo diferente.

Hoy, no va a ser un día como cualquier otro.

Deséenme suerte.

viernes, septiembre 08, 2006

El Número Mágico, Extended Radio Mix

No, no empezamos con el refrito. O sí, no importa.

El hecho es que El Número Mágico es una teoría vieja. Ojo, no obsoleta: sólo anticuada. Desde su descubrimiento a la fecha, la tecnología nos ha provisto de numerosos datos más recientes y precisos, y estamos en condiciones de ampliar su campo de vigencia y valernos de esta extensión para llevar su aplicación a la explicación de otros fenómenos cotidianos.

Es así que estamos en condiciones de establecer, en el espécimen humano femenino medio, otras edades psico-emocionales cronológicamente anteriores y posteriores al Número Mágico; a saber:

- La Adolescencia: desde los 16 a los 19 años, a la última fase de la adolescencia se le agrega una de las últimas nuevas experiencias en la conformación personal: la sexualidad. Esta fase está marcada por el aprendizaje, tanto en lo afectivo como en lo sexual, que no obstante se ve obstaculizado por factores relacionados con la inseguridad: la vergüenza, el temor y la falta de decisión. En lo emocional, no hay indicios de iniciativas en el sentido de proyecto de pareja, y las relaciones suelen ser cortas, inocentes y sin rumbo.

- La Juventud: entre los 20 y los 24 años, las mujeres descubren que son, efectivamente, el Centro del Universo, lo que les permite tener una visión del mundo, y particularmente del género opuesto, elevada y exigente. Curiosamente, pocas ponen empeño en explotar esta circunstancia plenamente, limitándose en la mayor parte a jugar, como haría un gato bien alimentado con un ratón. En esta fase, el énfasis está puesto en las amigas, la carrera o los estudios, y la diversión. Tanto en lo sexual como en lo afectivo, el ejercicio del NO es una constante, y la autoestima y la histeria están en su punto máximo. De haber relaciones preexistentes, estarán en peligro todo el tiempo dada la abundancia de ofertas hacia la dama. Las relaciones establecidas durante esta fase serán mayormente endebles dado que en su mayor parte los caballeros no serán capaces de mantener satisfechas las múltiples exigencias de la señorita.

- El Número Mágico: a los 25 años, la energía sexual acumulada durante la Juventud explota como una Supernova. En lo sexual, esta es la fase final de exploración, experimentación y apertura a nuevas experiencias, y fijará la identidad de la mujer. Durante este año, habrá un afortunado, quien con un poco de astucia en el manejo de las situaciones y los tiempos, quedará para siempre en la memoria de la fémina como EL amante. Desafortunadamente, de su pericia y su sensibilidad como amante, se definirá el baseline de actitudes, inclinaciones y preferencias afectivas de ella para con sus futuras parejas. Y decimos desafortunadamente, porque conociendo de primera mano la pericia y sensibilidad masculina, no quedan para los sucesivos amantes muchas esperanzas de encontrarse con una paleta muy amplia. Para ejemplo sobre esta fase, que es en la que el espécimen masculino se queda por el resto de su vida, seríamos capaces de apostar el millón de dólares que no tenemos a que Elizabeth estaba en su Número Mágico cuando lo de 9 Semanas y Media.

- La Pre Madurez: posterior al empacho de pasión que supone el Número Mágico, comienza un proceso de inversión de roles en la personalidad femenina, que se completa a los 29 años y dura el resto de su vida. Las hormonas ceden el control a lo racional, y todavía dotadas de encanto, comienza la búsqueda de construcción de un proyecto de pareja. La elección de candidatos estará basada en factores con los pies sobre la tierra, como la posición social y económica, o la inteligencia, quedando el atractivo físico notablemente detrás. Lo sexual será un aditamento accesorio en la conformación de estos proyectos de pareja, pero nunca volverá a ser un tema central.

- El Punto de No Retorno: a los 30, se produce una violentamente clara escisión del género femenino en dos subgéneros: las que están en pareja, y las que no. En pleno cénit de los estragos producidos por la gravedad y el paso del tiempo en el normal funcionamiento y desarrollo del cuerpo humano, la mujer ve desintegrarse el poderío que ostentaba en sus veintes, y esto tiene efectos secundarios negativos en todo el plano emocional, con marcada disminución de la autoestima y la líbido. Es habitual que durante esta fase, y presionadas por la urgencia, apuesten a relaciones notable – y notoriamente – insatisfactorias o disfuncionales.

- La Madurez: de los 30 a aproximadamente los 40, se desarrolla una fase que se vive de diferente manera en los dos subgéneros. Las enpareja se establecen afectivamente y sus marcadores emocionales se estabilizan en niveles habitualmente inferiores a los de la Juventud. Con respecto a la vida general de pareja, la disconformidad, la desilusión y la indiferencia son comunes y aceptadas. En el plano sexual, la falta de motivación, de iniciativa y de apertura son predominantes. En las solas, en cambio, suele haber un resurgimiento de los marcadores del Número Mágico y hasta de la Juventud, en magnitudes más moderadas, y con la notable característica de que por única vez en la vida femenina, están en una posición tan vulnerable como la que el hombre habita toda su vida. Las solas pueden ver notablemente reducido su piso de exigencia con respecto a la pareja, sea como proyecto o como ocasional, a niveles comparables a los de los de los hombres.

- El Ocaso: algo después de los 40, la mujer ve a la amenaza cernirse, primero, y dar finalmente cuenta, del último bastión de su poder femenino, que es ni más ni menos que la capacidad de reproducción. Esto supone un último embate contra su autoestima y su líbido, además de otro sacudón al sistema endocrino. Suele ser una etapa de crisis, en ambos subgéneros, y en las enpareja suele ser motivo de rupturas. Sin posibilidad de reproducción, el sexo pierde todavía otro porcentaje importante en su justificación, y esta fase representa una prueba importante en la conformación emocional individual de la mujer y en la solidez afectiva en la pareja.

- La Segunda Madurez: sin datos concluyentes.

Este estudio está desarrollado por SecondThoughts Labs Inc. basado en una muestra lo suficientemente amplia a la especulación. Los resultados deben ser tomados como empíricos y de ninguna manera aceptados como una guía sólida.

Al fin y al cabo, son todas distintas.


martes, septiembre 05, 2006

Conversaciones: El Final del Camino

David: como andás hoy? el sábado estabas alteradísimo man... tas mas tranquilo o ni ahí?

Krestian: emmmmmm
Krestian: el sábado, salvo verlos a uds, fue un día DEL ORTO

David: se, lo noté

Krestian: salió todo para atrás, y no se terminó cuando uds se fueron

David: qué pasó?

Krestian: después de eso, nada más para que le tomes el peso, perdí las llaves del auto
Krestian: no, no, fue uno de esos días que te tenés que quedar en la cama
Krestian: cada cosa que podía salir mal, salió efectivamente mal

David: nooooooooo chabon... eso es porque tenías la cabeza en cualquier lado...

Krestian: por suerte aparecieron, porque la copia de esa llave cuesta más de $30

David: sí, lo sé

Krestian: como será que cuando llegamos a casa me fui a acostar, no daba más de la mala leche
Krestian: es difícil tener tantas cosas bajo control....

David: i know

Krestian: hoy, la verdad, estoy un poco mas relajado, pero creo que por saber que llegué al final de un camino

David: al final en qué sentido?

Krestian: mirá... es una digestión y aceptación de lo que te decía el sábado

David: para mí sigue siendo un poco eso y otro poco el hecho de que es verdad, como dice la publicidad... "la vida es como te la tomás..."
David: si vos puteás por todo, y todo te rompe soberanamente las bolas, entonces todo va a ser una garcha
David: pero si tomás las cosas de otra manera.... quizás no pesen tanto, pero es mi visión, y no tiene por qué ser la tuya ni funcionar de la misma manera para vos...

Krestian: mirá, algo de eso hay, no es que no te crea o no considere lo que me decís, a mí lo que me cuesta es el ejercicio de aceptación, no me gusta resignarme
Krestian: imaginate esto:
Krestian: sos un nene. querés una bici. todos tus amigos tienen bici, y algunos hasta tienen y nunca la usan.
Krestian: entonces, hacés las 1000 para tener contentos a tus viejos para que te compren la bici
Krestian: salís mejor promedio de tu escuela, les das cero problemas, etc etc
Krestian: y tus viejos... te anotan en una escuela privada, pero la bici no te la dan
Krestian: ok... es mas importante la escuela... la bici es una boludez... pero vos querías la bici y la querés AHORA, no cuando tengas 30 y te la puedas comprar solo
Krestian: y no es la muerte de nadie, no cuesta un millón de dólares, todo el mundo tiene o alguna vez tuvo una bici
Krestian: no es para que se te niegue así
Krestian: y aparte... no sólo no lograste tus triviales objetivos (la bici), sino que además te fijaste vos mismo un nivel de exigencia exagerado
Krestian: entonces ahora si volvés a casa con un 9 te miran raro y te preguntan qué hiciste mal
Krestian: ahora... llevar esto, al menos para mí, ya es bastante difícil como para llevarlo, además, con una sonrisa
Krestian: el resultado es tensión, finalmente tu viejo te trae la puta bici, porque ya para todo el mundo es la PUTA bici,
Krestian: te la tira por la cabeza, ahí tenés la conchuda bici, espero que ahora estés feliz,
Krestian: y vos se la tirás de nuevo, AHORA Y ASI NO LA QUIERO, Y METETELA EN EL ORTO
Krestian: yo, realmente, no quiero llegar a ese punto con Juana, y se me ocurre que la solución pasa por disociar las cosas que hay que disociar y empezar a entender las cosas como las entiende todo el mundo
Krestian: el sexo para ella no es importante, o no es importante conmigo, supongamos que esa diferencia es irrelevante

David: pero vos no tenés que olvidarte de vos, quizás puedas relegarte un poco, pero no olvidarte

Krestian: ella me ama, pero ese amor no pasa por el sexo, lo incluye muy pero muy secundariamente
Krestian: ok... no es la muerte de nadie, lo disociaré igual que como hace ella, si a ella no le importa entonces que no le importe
Krestian: ya te dije, el viernes zafó porque lo fui a buscar a Eze, porque ya tenía una decisión tomada y efectivo en el bolsillo

David: lo sé

Krestian: yo sé que intenté, pero con mi iniciativa sola no basta
Krestian: entonces... si nuestra pareja no incluye cierto nivel de sexo, las soluciones no son muchas:
Krestian: 1- abandono y busco mi modelo de pareja
Krestian: 2- me la banco por los siglos de los siglos, amen
Krestian: 3- conservo la pareja hasta donde da, y hago fuera de mi pareja lo que no se puede hacer dentro
Krestian: 1 no es una opción, al menos en este momento

David: 2 es más duro de llevar a cabo

Krestian: 2 es una garcha, y es lo que estuve haciendo hasta ahora
Krestian: 3 parece una hijoputez, pero sólo parece

David: yo lo entiendo, el tema es..... ella entiende la gravedad del asunto y sabe que están estas opciones?

Krestian: mirá, ella es grande
Krestian: este tema lo hablamos muchísimas veces, tantas...
Krestian: .... que la última vez directamente le dije "no me gusta repetirme"

David: no alcanza, lo hablaron en esos términos?

Krestian: sí, lo hablamos en esos términos

David: ok, entonces ya sabés qué tenés que hacer
David: so?
David: 3 hasta que se pueda 1?

Krestian: lo que yo creo... son muchas cosas
Krestian: 1ro, que ella no está enamorada
Krestian: 2do, que lo que sí está es cómoda
Krestian: 3ro, que por combinación de las 2 1ras, su estrategia permanente es hacerse la boluda

David: ta todo bien, pero vos vas a tener que hacer algo por vos, y el orden es el que yo pienso.. 3 hasta que 1

Krestian: mira... 1 es complicado
Krestian: MUY complicado

David: por eso, ahora sí, más adelante no lo sé

Krestian: sí, ahora no se puede
Krestian: eso sí sería de hijo de puta

David: so, 3 hasta que 1

Krestian: sep...
Krestian: la cosa es así: yo sí la amo a ella
Krestian: tenemos una buena pareja, a nivel de convivencia funcionamos muy bien
Krestian: hay planos donde nuestra pareja funciona realmente bien, ese es el único que yo veo donde hay un defecto
Krestian: yo intenté reparar ese defecto, pero no da, no se puede, del otro lado no hay pilas

David: listo, pero que ella lo sepa desde ahora
David: de una manera más sutil, para que 3 no sea un tormento para ninguno de los involucrados y eso cuenta a Eva y a Eze

Krestian: claaa... eso con respecto a mí, pero por supuesto también está Juana, Eze, Eva ahora, toda la flia de Juana, la plata, la casa, etc etc
Krestian: es MUY complicado
Krestian: pero bueno.. sabés cómo lo veo?
Krestian: a mi mujer no le gusta jugar al fútbol, le chupa un huevo, y si lo intenta, por amor, lo hace horrible, no es un oponente digno
Krestian: listo!, juego un papi en un ambiente adecuado

David: listo entonces

Krestian: me pongo la camiseta de papi, los botines de papi, los cortos de papi, y me voy a una cancha de papi a jugar papi
Krestian: no es la muerte de nadie me parece

David: y me parece que hasta es mucho más barato, te diría que hasta en casi todos los ambientes!

Krestian: si, absolutamente
Krestian: ab so lu ta men te
Krestian: mirá, cuando me separé de Pilar tuve un momento de lucidez
Krestian: y dije... de ahora en más, sólo transas o novias a sueldo, en pareja NUNCA MAS
Krestian: ... y después no me acuerdo lo que pasó y cuando me desperté, tenía un anillo en el dedo y ella un bebé en la panza

Krestian: che loco y una cosa muy pero muy importante
Krestian: gracias por bancarme con todos estos rayes míos, posta que me hace bien hablar con vos

David: me alegro que te haga bien, pero again, el tema es que falta un cambio de actitud en vos, al menos al principio para poder ser apenas un poquito más feliz en el mientras tanto

David abandonó la conversación.


viernes, septiembre 01, 2006

Querido Blog:

Cumpliste dos meses en el aire, y treinta posts. Treinta suspiros, treinta lágrimas derramadas en el subte una mañana cualquiera delante de perfectos desconocidos. Treinta botellas con mensajes, como dice Gaby, arrojadas a la inmensidad del océano, con la ilusión de cruzarse con la mirada de otro náufrago, en algun instante breve y efímero en la inmensidad del futuro. Porque no hay secreto mejor guardado que aquel que está a la vista de todo el mundo.

Aunque a veces no se note, casi todos los días te dediqué un momento. Escribiéndote, o agregándote botoncitos, o corrigiéndote. Cuando te miro ahora, noto que creciste, aunque siento que todavía nos falta recorrer un camino, a vos y a mí. Sos como mi plantita, a la que riego periódicamente y que cada tanto me da la alegría de una hojita nueva, de un brote, de una flor. Para celebrar, te conseguí ropita nueva, que quisiera que te pruebes durante el fin de semana.

Pero, cómo fue que empezamos?

Hace un tiempo, encontré por casualidad una de estas botellas. La abrí, y tenía la historia de la vida de alguien. Una historia particular, interesante, que me sacudió. Que me conmovió, que me sacó muchas sonrisas y también algunas lágrimas. Con la que estuve de acuerdo, a veces, y en desacuerdo, otras, pero siempre con algo para descubrir.

Desde aquel momento estuve más pendiente del mar. Le presté más atención, y me di cuenta de que había más botellas, muchas más, miles, millones, que siempre habían estado ahí, pero que nunca había visto. Abrí varias, y en todas me encontré con una persona, con una vida, con una emoción, con una vivencia, con una lección.

Se me ocurrió que podía sacar mis inquietudes del papel arrugado y garabateado, escondido en aquel cajón, y arrojarlas al mar. Que tal vez alguien las pudiera descubrir y sentirse acompañado. O que tal vez pudiera encontrar una respuesta que estaba buscando. O que tal vez disintiera y le sirviera para reafirmar su postura. La vida es amplia, y muy, muy, rara.

Sos un diario íntimo, sí, donde hablo conmigo mismo, como hago desde hace muchísimo tiempo. Pero no sos un diario cualquiera, no, sos un diario que a veces me responde; a veces con palabras de aliento, a veces con enojo, a veces solamente te reís, y a veces me confesás que te dejé pensando en algo de una forma que no se te había ocurrido. Pero esas palabras son siempre apreciadas, siempre valiosas, y siento que de todas puedo aprender algo. Al cabo, yo también soy un náufrago.

Una amiga me preguntó si lo nuestro no tendría algo de exhibicionismo. Es interesante, porque aunque sin la intención, es innegable que tiene un poco de eso. Pero bueno, finalmente el exhibicionismo no me molesta en lo más mínimo, más bien diría que hasta me agrada bastante. En todo caso, será un exhibicionismo ingenuo.

Que es el más interesante.

Feliz cumplemes, querido Blog.


para Montse

lunes, agosto 28, 2006

(In)fidelidad

El tema de la fidelidad es tan controversial como remanido. Y es que creo que debe haber tantas opiniones al respecto como personas hay sobre el mundo.

Por un lado está el tema del límite a lo que se considera o no una infidelidad. Lo más comunmente aceptado es que tener sexo con otra persona que no sea la pareja constituye de por sí una infidelidad. Pero por supuesto, hay sexo y sexo: supongo que no es lo mismo, por ejemplo, tener sexo a sueldo que tener un / una amante, donde habitualmente se involucra no solamente sexo sino además alguna clase de apego emocional. Desde esta perspectiva uno podría llegar a pensar que hay "mejores" y "peores" infidelidades.

Ahora, supongamos que no llego a tener sexo con otra persona. Pero me la siento en la falda. Soy infiel? Y si le toco la cara mientras? Y si mientras la abrazo por la cintura? Y si le saco una teta afuera y se la beso? A partir de dónde empiezo a ser infiel? A partir de la penetración? Y si solamente hacemos sexo oral?

Porque seamos prácticos, si el sólo pensar o fantasear con otra persona se puede considerar una infidelidad, entonces, soy infiel si me masturbo con fotos de otra persona que no sea mi pareja? o con fotos de ella misma de hace tiempo? Porque finalmente, tampoco es la misma persona... Y si lo hago mientras estoy conectado a una hotline? El cibersexo, cuenta?

Muchas preguntas, de las cuales sin dudas habrá muchas opiniones muy diferentes. A los efectos de llegar a algun lado, asumamos correcto el criterio segun el cual la infidelidad queda señalada con el contacto sexual; por el momento, dejemos las tetas afuera - de esta declaración, quiero decir.

Bajo esos términos, podría decir que fui siempre fiel. Técnicamente fiel, digamos. Y alguien por allá levanta la mano y la voz, entonces yo digo:

- Señor Juez, me gustaría presentar mi descargo.

Hay tipos que son infieles patológicos: hay mil motivos para esto, entre los que están la reafirmación de la masculinidad y otros que ya expuse o expondré. Pero también hay casos como el mío.

Llevábamos 4 años de convivencia y 4 de casados, y teníamos un hijo de 2. Nuestra cama se había puesto gradualmente fría, al punto de que el único sexo que teníamos consistía en discutir sobre él. Harto ya del estancamiento, del no encontrarnos y del no entendernos, decidí realizar un par de experimentos. ATENCIÓN: NO INTENTEN ESTO EN SUS CASAS!!!.

El primer experimento se me presentó cuando en mi trabajo nuevo me enviaron de viaje a otro país a ejecutar una cierta tarea. El tiempo del viaje estaba en el orden de las dos semanas.

Se me ocurrió pensar que estar alejados nos iba a hacer bien, que iba a suponer un corte importante en la rutina y nos iba a dar la oportunidad de extrañarnos que en el día a día era impensable. Así que contuve la tentación de perder el invicto fiel. El tratamiento tuvo en mí el efecto esperado, la extrañé y cuando fue la hora de volver no veía la hora de estar con ella.

Era un sábado, como a las 7 de la mañana. Entré en casa, y la encontré en el baño. La esperé y cuando salió la abracé, la besé, la acaricié y demás preludios. Ella me saludó y siguió su camino de nuevo a la habitación. Aproveché y me apuré para lavarme las manos y la cara, trámite en el que habré demorado unos 3 minutos, y la fui a buscar a la cama, donde volví a intentar buscarla sexualmente, a lo que ella me tomó de la mano... y se quedó dormida. Cuando más tarde la interrogué sobre esto, su respuesta fue que ella pensó que yo estaría cansado del vuelo. Para variar, la culpa era mía, pero lo importante es que en el siguiente viaje me fui con una motivación diferente.

El segundo viaje fue más corto, y tampoco concreté con otra persona, más allá de algunos besos. Pero mi criterio había cambiado, y ya la fidelidad no tenía la misma importancia.

Durante algun tiempo más, seguí con mucha indecisión al respecto, y como esa incertidumbre me hacía sentir mal, hice el segundo experimento para confirmar si mi inquietud tenía fundamento: dejé de hablar, de proponer, y de quejarme por sexo, y puse a correr el cronómetro para saber cuánto tiempo pasaba hasta que ella dijera algo.

Pasaron tres meses. Y cuando finalmente lo dijo, no fue una propuesta, sino un reproche.

Enfrentado a este panorama, me tuve que sentar a pensar seriamente qué hacer. Podía separarme, y deshacer 8 años de proyecto en comun, un hijo en comun, un departamento en comun, un auto en comun, un perro y un gato en comun, y un montón de muebles y electrodomésticos en comun, y todo eso por sexo, que de todos modos tal vez no tendría. Decidí que no pesaba tanto, y llegué a la conclusión de que lo mejor que podía hacer era aceptar que el sexo no era parte de mi pareja. Ergo, el sexo debería estar afuera de ella. Pero la misión de offshorizar el sexo era mucho más complicada de lo que uno podría pensar.

Mis cuentas estaban abiertas al punto de que ella administraba el dinero, que también era comun. Esto me producía graves dificultades a la hora de decidir contratar sexo, y es un error que no volví ni volveré a cometer. Había ido con amigos a cabarets y burdeles, y siempre iba "a mirar"; entre la culpa y la falta de coartada económica, siempre me volvía solo. Y tentado. Así que dije: tiene que ser sin dinero. Pero mi tiempo también estaba monopolizado, así que no tenía oportunidad para salir de cacería. Tenía que ser sexo gratis, directo al grano, y que no involucrara a nadie de mi trabajo o de mi entorno. Dónde, dónde, podía ser que consiguiera semejante quimera?

En la Internet. En las páginas de solos y solas de la Internet. En la Internet se consigue de todo.

Abrí varias cuentas y empecé a visitar y a revisar perfiles. Descarté mucho, me quedé con algunos. Y empecé a aprender de qué venía la cosa. Mucha mentira, mucho cuelgue, mucho vamos a hacerle una joda a Fulanita, etc. Pero algunos eran reales, y me contacté con gente real.

Tan real, que una de ellas resultó ser una amiga de ella. Y eso que el mundo es grande.

Por supuesto, sobrevino la crisis, me pidió la separación, no negué nada y tampoco le pedí que siguiéramos juntos, pero a la hora de enfrentar la realidad, separarnos era complicado. En términos prácticos. Así que decidimos darnos una oportunidad más.

Algo menos de un año después, terapia de pareja y otros intentos de por medio, las cosas seguían igual o peor. El amor se da o no se da, y para esa llama en particular no hay soplete que valga. Y finalmente ella dijo basta justo un mes antes de la fecha límite que yo ya me había puesto.

Pero mi pregunta del millón viene por el otro lado; porque la actitud general pasa por sentenciar al infiel, con frases que frecuentemente hacen alusión a su mamá, que nada tiene que ver con el hecho ni con el contexto, pero no es tan comun que la gente se ponga a cuestionar el contexto o a revisar lo que el "infielizado" causó o indujo. Si yo hubiera concretado la infidelidad, habría tenido motivo para sentirme culpable, o un hijo de puta?

Sinceramente, no lo creo. Gente como Débora, como Julieta, se merecen la fidelidad de sus parejas? SInceramente, no lo creo. Lo que sí creo es que mujeres como ellas, y no los hombres, son las que ponen el dinero en las carteritas de las trabajadoras sexuales.

Ahora tengo estrategias distintas, y es frecuente que le pase a Juana el mensaje de que puedo ser infiel, en la forma de bromas. Y la respuesta de ella, más veces que no, está en la línea de "Te rompo el culo. Vos sos mío". Pero de "A ver si la otra mejora esto", seguido de una mamada infernal, nada.

Y a mí, ese "mío", me hace correr un escalofrío por la columna.



jueves, agosto 24, 2006

A veces

A veces, me pregunto por qué en la computadora hay alrededor de 800 fotos de vos y ninguna de mí, si la cámara es tuya.
A veces, me pregunto por qué hace tanto tiempo que no aparecemos juntos en ninguna.
A veces, me pregunto para qué compré la filmadora.

A veces, me pregunto cómo hacen tus amigas para amar tanto y hablar tanto de los losers que tienen por novios.
A veces, me pregunto por qué, cuando nos encontramos en tu casa con tu hermano y su novia, siempre vuelvo con envidia y de mal humor.
A veces, me pregunto cómo hace él para que lo mimen así, con lo indiferente y colgado que es.

A veces, me pregunto cómo puede ser que estés siempre tan absorbida en otra cosa más importante, aunque nuestro contexto y nuestras situaciones no paren de cambiar.
A veces, me pregunto por qué me siento siempre desubicado y fuera de lugar.
A veces, me pregunto por qué me siento tan agotado.
Y a veces me pregunto por qué, estando tan agotado, día tras día lo vuelvo a intentar.

A veces, me pregunto si realmente sos incapaz de hablar en serio.
A veces, me pregunto por qué nunca bailamos.
A veces, me pregunto por qué me cambiás siempre de tema.

A veces, me pregunto por qué tengo tantas tareas y tan pocas satisfacciones.
A veces, me pregunto cuándo se hará un hueco en las obligaciones, para jugar un rato sin pensar en el reloj.
A veces, me pregunto por qué me tengo que sentir mal por pensar eso.

A veces, me pregunto qué hay que hacer, para movilizarte.
A veces, me pregunto qué hay que hacer, para llegar realmente a vos.
Y a veces, me pregunto si realmente se trata de hacer algo en particular.

A veces, me pregunto cómo podés estar tan lejos, si estás acostada a mi lado.
A veces, me pregunto por qué elegís el otro lado de la mesa para sentarte.
A veces, me pregunto quién hay que ser para encenderte.

A veces, me pregunto por qué no soy capaz de causarte lo mismo que vos me causás.
A veces, me pregunto qué cosas debería cambiar.
Y a veces, me pregunto por qué debería cambiar, si yo me gusto así.

A veces, me pregunto por qué me siento inmaduro si no creo serlo.
A veces, me pregunto por qué me siento culpable, si no creo haber hecho nada malo.
A veces, me pregunto por qué me siento egoísta, si compartí todo lo que tengo.

A veces, me pregunto por qué tengo tan frecuentemente la sensación de que este no es mi lugar.
Y a veces, me pregunto si realmente existirá un lugar para mí.
Y a veces, me pregunto si debería buscar ese lugar.
Y a veces, me siento un hijo de puta por estar pensando eso.

A veces, me pregunto cuánto tiempo pasaría hasta que me extrañaras, si termináramos hoy.
A veces, me pregunto qué dejaría en tu vida, si termináramos hoy.
A veces, me pregunto si alguna vez querrías volver, si termináramos hoy.
A veces, me pregunto qué le vas a decir de mí a tu próximo hombre.

A veces, me pregunto qué hay que hacer para conmoverte.
Y después pienso en si eso serviría de algo.

Y a veces, sólo a veces, siento que sé las respuestas a todas estas preguntas.

Y no me gusta.


martes, agosto 22, 2006

Ah, bueno...

... éramos pocos y parió la abuela.

A lo largo de vivir y transcurrir mis no tan pocos añitos, a veces desde el banco y a veces desde el frente y bajo fuego cruzado, muchas veces me he sentido expuesto y alcanzado por ciertas situaciones paradojales que la vida tiene, en forma casi casi emblemática, y que me resultan las partes visibles del sarcástico sentido del humor que exhibe, al menos en mi vivencia personal.

Una de estas, es la que me gusta sintetizar como "más aprendo, menos entiendo". La otra, es que cuando empiezo a pensar que mis teorías son todas equivocadas, el simple resultado de una mente demasiado ocupada en procesar boludeces a extremos insalubres, viene la demostración de que tan, tan equivocado no puedo estar.

Una de mis posturas en la vida consiste, como ya dije en otra oportunidad, en coincidir con la mayor parte de las frases hechas que las mujeres usan con respecto a - y muchas veces en contra de - nosotros, los hombres. Y sí, es cierto que no maduramos nunca, que somos todos (más o menos) iguales, y que (casi) todos queremos "eso" como dicen ellas. Sin embargo, hay una con la que disiento profunda y activamente, y es la que dice que:

- No hay hombres.

Esta me parece no solamente una falacia, sino una falacia patética, una excusa más bien burda y más bien malintencionada. Casi que me da ganas de trazar un paralelo con el otro clásico, el de "no hay mujeres frígidas sino hombres que no saben excitar a una mujer" y responderla con:

- "No es que no haya hombres, lo que no hay son mujeres dispuestas a negociar."

Y ya se sabe que la pareja del amor romántico ideal y perfecto tal vez existe, en algun lugar del mundo, pero para el resto de los mortales la vida de pareja es un exquisito y delicado trabajo de negociación.

Este fin de semana me llegó la señal. El domingo, para ser más preciso, salió publicada en Viva (la revista dominguera de Clarín) una nota sobre las mujeres de 30+ solteras y en busca. Bueno, bastante más de lo mismo, muchos tópicos discutidos hasta el cansancio en infinitas mesas de café y en más infinitos - si es que eso es posible - blogs, entre los que se cuenta este.

Sin embargo, la nota de color la dio un párrafo dedicado a una señora, entrada en sus 55, que no me queda claro si había enviudado o divorciado, y que buscaba volver a estar en pareja, para lo que publicó un aviso que llevaba el siguiente texto:

- "Se busca hombre sin memoria para relación sin tiempo."

Linda, la frase. Buen gancho, romántica, concisa y al grano. La señora, estimo, la tenía algo clara con el marketing. Estimo, luego confirmo. La nota continúa relatando cómo la señora había recibido, en solamente 2 (dos) días, la friolera de 350 (trescientos cincuenta) respuestas a su aviso, y prosigue con el detalle más o menos minucioso de cómo había filtrado y descartado respuestas hasta que se quedó con un puñado (en números no especificados) de candidatos aceptables, con los que tuvo una cita.

Para resumir, con cuántos se quedó la señora? Quién fue el afortunado elegido y ganador de una soltera de 55 años? Ninguno.

Sí, sí, leelo de nuevo: Ninguno. Entre 350 tipos a la señora no le gustó ninguno. Y buscando, como estaba, pareja, decidió que estaba mejor sola. Wow. Y después las mujeres te niegan y te reniegan cuando les decís que ellas tienen poder y que tienen muchísimas más oportunidades que nosotros.

Los motivos? Segun ella, los candidatos "buscaban sexo y ella no estaba preparada para dárselos".

Now, stop. Wait a minute. Hit Pause. No estamos hablando de una quinceañera. Estamos hablando de un adulto con unas cuantas décadas de gastarse las suelas contra los caminos de la vida.

Disectemos un poquito este caso. La señora busca volver a estar en pareja. Con un hombre, asumidamente de edad comparable, y que no busque tener sexo con ella. Hay algo en esta foto que no me cierra. Y lo que no me cierra es, si la señora no pretende volver a tener sexo, para qué quiere volver a estar en pareja con alguien del otro? Qué buscaba la señora? Alguien para hacerle compañía? Alguien con quien hablar? Alguien que la llevara a comer y pagara la cuenta? Con excepción de la salida paga con cena, probablemente con un perro bastara. Y en algunos casos, hasta con una planta. Lo que yo creo, es que la respuesta a la pregunta original no la puede dar ni siquiera la propia señora, aunque intuyo que cerrar las bocas de unas cuantas amigas afectas a pronunciar "solterona" pudo tener mucho que ver en la iniciativa original. Ahora, esas mismas bocas estarán bastante más ocupadas que antes.

Creo que del mismo modo que hay gente que tiene una compulsión patológica por el sexo, o por las relaciones, hay gente que tiene una aversión patológica por la soledad y por el rótulo social. El problema, es que este cuadro realmente no se soluciona volviendo a estar en pareja.

Y otra cosa que creo, es que la señora hizo la elección acertada. A alguien que a los 55 años:

(a) todavía no se fogueó,
(b) todavía no aprendió a compartir, o
(c) quiere todo para ella, sin dar nada a cambio,

la soledad le sienta muy bien.