martes, septiembre 19, 2006

Disfraces

Buenos Aires, una ciudad trazada en épocas en las que la población era la décima parte de lo que es ahora, y la densidad vehicular la vigésima. Empedrados inaceptables por todas partes, y avenidas congestionadas a perpetuidad, como las nieves eternas de las montañas. Creo que mucha gente se debe haber quedado a vivir, directamente, en lugares como Avenida Córdoba, en algun embotellamiento que sencillamente duró para siempre.

Avenida Corrientes, de mañana, hora pico, a paso de hormiga. El tedio y la resignación invitaban a distraer la mente en el deporte ocioso por excelencia: observar a la gente, y la abundante marea humana de la zona del Once ofrecía un abanico por demás rico. Los carteles de los negocios también aportaban lo suyo, sobre todo los de las numerosas casas de ropa interior femenina.

- Yo regalé muchos conjuntos como ese, pero nunca me lo desfilaron así.

En eso estaba, cuando desde el rabillo del ojo me llamó la estridencia de una de las vidrieras. Un negocio de ropa para chicos. Multitud de objetos pequeños, con apliques todavía más pequeños, en colores vivos y contrastantes. Y del toldo colgaban disfraces. Un surtido de disfraces de esos que a los chicos les gusta ponerse en las fiestas de cumpleaños.

Power Rangers, en todos sus sabores imaginables: SPD, Dino Trueno, el clásico...; Batman; Spider Man; Superman; y en el centro de la muestra, se empezaban a intercalar con Cenicientas, Blancanieves, y ese vestido rosa de las películas de Barbie.

Me hizo pensar que más allá de las diferencias obvias, son aproximadamente los mismos disfraces que los adultos nos ponemos para gustar y seducir: superhéroes testosterónicos para ellos, princesas delicadas y necesitadas de un salvador, para ellas. Claro que los hombres nos ponemos disfraces más cercanos a la realidad, aunque más no sea para no hacer el ridículo con una capa roja. Nos ponemos trajes, para jugar a los ejecutivos. Cuanto más caro el traje, más importante y más seductor. Nos ponemos corbatas. Nos ponemos uniformes. De bombero, de policía, de médico. O nos ponemos el antiuniforme de bohemio, de artista, de mente libre. Lo importante es transmitir el mensaje de que hacemos algo serio e importante para la humanidad toda, y que lo último en lo que estamos pensando cuando miramos una mujer es en sexo. Qué irónico, si lo que estamos haciendo, en el fondo, es jugar.

Muchas veces me ha llegado el comentario de lo común que es que a las mujeres las atraigan los uniformes. La fantasía de ser rescatada por un bombero figura consistentemente en el top ten en todas las encuestas sobre fantasías femeninas que leí. Los delantales médicos también gozan de un alto status en la imaginación de ellas.

Cuántas veces, cuántas víctimas, de ambos lados de la frontera de géneros, se habrán cobrado disfraces como estos. Cuántas desilusiones, justo en el momento en el que el disfraz se gasta y no se puede sostener más, y se ve la remera, el jean, quién es la persona, detrás del personaje de las primeras citas, de los primeros meses. Ese umbral pasado el cual se acaba la seducción, y la sorpresa y la fascinación se vuelven inviables, y el disfraz se convierte claramente en la mentira que siempre fue. Ese momento de la verdad, en el que las reglas y las indentidades cambian, y empezamos a hablar de una pareja completamente distinta a aquella que se conoció y fue a tomar un café, a bailar, al cine, a cenar. Una pareja tan distinta, que ahora podría no tener el menor sustento.

Por qué lo hacemos? Pensaba, mientras el semáforo abría y finalmente ponía primera para avanzar otros diez metros. Cuando era más joven, y más ingenuo, pero no necesariamente más idealista, creía que uno podía salir al mundo tal cual era, y que alguien, algun alma gemela, lo iba a notar, iba a ser atraída, justamente por eso. Y como es de esperarse, el mundo me trató como me tenía que tratar: bajándome a hondazos de mi soberbio pedestal.

La seducción existe. La gente la lleva, la inventa, la hace real. Nos hace falta. Jugar el juego, y decir todas las mentiras que hagan falta, y esconder todas las cartas que sea necesario, llevados por el entusiasmo de la conquista y los nervios de la proximidad, de la urgencia, de adivinar el tenue, distante y embriagador aroma de los sueños cumplidos.

Aunque sus reglas sean otras, muy distintas, a las de nuestra vida normal.

Demasiado distintas.

5 comentarios:

GABU dijo...

TOTALMENTE DE ACUERDO!!!
La seducción existe,sólo que algunos la expresamos de diferentes maneras,mientras otros simplemente se reprimen...
Me gusta mucho tu blog!Tal vez note ciertas similitudes con el mío,desde la propuesta de la sensualidad literaria,ésa que despierta muy lentamente y uno a uno nuestros sentidos...
BESOS KRES...y cuando lo desees estas invitado a visitarme,dale?
Más Besos!
GABU (seximentales)

LUCRECIA dijo...

Buena reflexion has hecho sobre los disfraces, a mi hijo de 5 le encanta disfrazarce de power ranger y de hombre araña, tiene ambos trajes, y asi se siente otra persona y juega horas... a los adultos los trajes o disfraces como decis vos, les sirven como contencion, te da seguridad, te deja en un marco exacto de lo que queres transmitir, te ahorra la presentacion, por ej. un doctor,un ejecutivo de traje.. y sí los uniformes atraen a las mujeres, en mi caso ni ahi me calienta un colectivero o bombero, pero eso del tipo importante y exitoso siempre tira... abogados, empresarios...una persona bien vestida se siente mas segura y por lo tanto se maneja de otra manera por la vida, confiada y firme, y esa presencia de seguridad y autoestima transmite y seduce.

Anónimo dijo...

Hola hola hola...

Gracias por sus palabras, siempre aprendo algo de sus comentarios y de sus diferentes formas de pensar!

Gabu: visité tu blog, ciertamente es inquietante y justamente en la línea de nuestras inquietudes como dijiste.

Lucrecia: buena tu observación, en el nuevo post me he permitido abrevar en ella... :)

Besos a ambas, que disfruten la vida y un hermoso fin de semana!

Josie Janeway dijo...

Bs As...con todas esas cosas locas e inentendibles, es la ciudad más hermosa de latinoamérica... y lo digo con conocimiento de causa: es una ciudad hermosa.
Es difícil vivir en ella, x eso hay que mirarla siempre con ojos de turista.


beso

Anónimo dijo...

Buen punto, Josie... A vos no te pasó, que cuando viajaste, todos los lugares te parecen maravillosos durante los primeros días, aunque sea solamente por lo diferentes a lo que uno está acostumbrado?
No sé, a mí viajar y conocer otros sitios es algo que me carga mucho las pilas.
Gracias por tu visita! besos