martes, agosto 08, 2006

Caso de estudio I: Sexo en sí mismo

Cenábamos en casa, con su amiga, el marido de ésta, y el pequeño hijo de ambos. Cuando la conversación se empezó a desviar del tono distendido, me di cuenta que no era la primera vez que se generaba una situación incómoda en torno a ellos, originada en su tendencia a participar a terceros de sus tensiones. Con el tiempo, descubrí que tampoco sería la última.

Empezó como las veces anteriores. Un reproche más o menos velado de él a ella referido a una poca o pobre atención sexual. Una excusa de ella, y una búsqueda de consenso en Juana. Un contraataque de él, quien al menos soportaba su posición sin buscar mi apoyo. Y antes de que pudiera darme cuenta, el ataque tomaba un objetivo genérico - todos los hombres son iguales - y de involuntario espectador pasé a involuntario involucrado atacado.

- Pobrecitos! - ironizó ella - tan abandonaditos y desamparados van por la vida. No es cierto, Juana? - y entonces, giró su vista hacia mí. - Y, decime, vos también sos tan reprimido?

No debió haber dicho eso. Me había dicho reprimido, justamente a mí; pero me molestó mucho más que me comparara con su marido, y lo que definitivamente rebalsó el dique fue que una persona diez años menor a mí y que me había visto como mucho un par de veces se quisiera dar la atribución y el lujo de catalogarme, juzgarme, sentenciarme y decirme a mí quién era yo, todo en uno, en mi propia casa, y en una sola palabra. Realmente fue too much; tocó un nervio que no dejo que nadie me toque, así que la patada de respuesta fue instantánea, sin atravesar ningún proceso intelectual.

- Disculpame, pero vos no me conocés, yo no soy ningún reprimido, y los problemas que vos tengas con tu marido los deberías resolver con él.

Sin dudas había sido el diálogo más áspero de la noche, y el marido y Juana se quedaron en la expresión de asombro mudo, mientras ella terminaba de digerir lo recibido. La estrategia fue el gesto de "abandono porque con alguien tan necio no se puede discutir", y volviendo a girar hacia Juana, dijo la frase que delata todo un estilo de vida y deja ver claramente quién es el interlocutor:

- Y bueno, Juana, nosotras ya estamos hechas. Yo ya tengo mi hijo, vos pronto vas a tener el tuyo. Ya logramos lo que queríamos.

Por suerte, contuve el impulso de echarla de mi casa durante un segundo. Y digo por suerte, porque al cabo de ese segundo no solamente me di cuenta de que habría hecho algo muy incómodo para Juana, sino por algo peor.

Tenía razón.

Quieren peor? Hay todavía peor: con Pilar me había ocurrido algo muy similar.

Muchas veces me puse en el ejercicio de imaginarme cómo vería yo el tema de las relaciones si fuera mujer. Y pasado el inicial, instintivo y machista "Sería la más puta de todas", y puesto al esfuerzo serio de intentar entender a mis parejas, llegué a algo parecido a una conclusión.

Si alguien me coerciera a hacer periódicamente algo que no me molesta demasiado pero tampoco me interesa activamente (en el sentido de que no saldría a buscarlo si no lo tuviera), creo que accedería durante algun tiempo, y después buscaría alguna clase de retribución. Digamos, yo te acompaño al ballet, todas las veces que quieras, pero vos me acompañás al cine, todas las veces que yo quiera.

Claro que ya no estamos hablando de amor, o tal vez sí, pero en todo caso no me parece la manera más sana de compartir el tiempo. Personalmente, prefiero ir al cine solo que obligando a alguien a aburrirse a muerte solamente por amor forzado. Pero todo esto es para otro día.

El punto es que aquí se pone en evidencia otro de los mecanismos ocultos disparados por las diferencias entre unas y otros. Para las mujeres - y de nuevo muy en general - el sexo no tiene un fin en sí mismo, como es para los hombres, sino que es un vehículo a otros logros en la vida. Una herramienta para lograr otros propósitos, que estos sí, son legítimos, serios, adultos, responsables, y que tienen que ver con la plenitud. El sexo crea oportunidades, abre puertas, obliga a gente. Y una vez logrados los objetivos, para qué seguir haciéndolo? Es un esfuerzo que por pequeño que sea, no deja de ser innecesario y evitable. Si yo ya hubiera visto todas las películas que me interesan, con qué motivación volvería a ir al ballet?

Que si es sucio? No sé, yo no soy mujer, pero en todo caso no las culpo. Si yo pudiera pasarla de fiesta y cobrar - en efectivo o en otros beneficios - por eso, qué pensás que haría?

Sí, sí, ya sé, no son "todas putas". A mí no me importa, a mí me gustan putas. Y de una forma o de otra, los hombres siempre pagamos por sexo. Así que todo esto no está planeado para ofender veladamente a nadie. Pero lo que sí me causa mucho interés es cómo parece haberse invertido aquello de hace veinte años de que "los hombres te usan y te dejan". Quién usa a quién ahora?

Señores, tal parece que los "qué tonta fui" del siglo XXI somos nosotros. Abran los ojos.

Y por cierto, es justo decirlo, Juana se ocupó esa misma noche de tomar distancia del comentario de su amiga. Un gesto amable y amoroso, sin dudas. Aunque del dicho al hecho hay mucho trecho, y muchas veces los hechos hablan por sí solos.

3 comentarios:

Julie dijo...

ojala superemos eso de usar o ser usado.. hablaria de que dejamos de sentirnos o de sentir al otro como objetos.
un beso

pd. respecto a los comentarios de la muchacha...

Anónimo dijo...

Hola Krestian
Me gusta como escribes pero no estoy de acuerdo con lo que dices con respecto al proceder de las mujeres. Ya, ya se que hablas en líneas generales, pero no creo que sea general ese desinterés de las mujeres por el sexo y su empleo exclusivo en términos de utilidad.
Yo soy mujer y me encanta el sexo, como fin en si mismo, y como yo, a la mayoría de mis amigas y mujeres que conozco. Jamás pensé en acostarme con un tipo para lograr algo diferente que puro sexo. Que el tipo me gustase y quisiese ir más allá con él o no, que me esmerase más, es otra cuestión. Depende del tipo, el momento y la situación.
Otro asunto en el que discrepo es la supuesta facilidad que tenemos las mujeres para tener sexo. Me refiero a sexo con alguien deseado, no con el primero que se cruce. Y ese sexo no es tan abundante, créeme. Puede que sea muy exigente y que por eso pase tanta hambre, pero cuando encuentro al que deseo y me acuesto con él, me dedico a disfrutar, no a planear que le voy a sacar

Anónimo dijo...

Hola Julie, Maya, gracias por visitar y opinar. En realidad me encanta que me visiten mujeres, pero mucho más que discrepen con mis opiniones. De la disparidad de criterios, vivencias, experiencias y puntos de vista es que se enriquecen discusiones como las que planteo, y en las que todos (me incluyo) estamos para aprender algo que otro puede aportar.

Muchas gracias de verdad! vuelvan cuando quieran. Besos.