martes, julio 18, 2006

Otros números

Creo que en materia sexual, no hay manera de "ganarle" a una mujer.

Empecemos por el principio y por lo básico: No se puede competir con una persona que es capaz de tener n orgasmos en un único encuentro, que puede volver a estar lista en 3 minutos, y que puede tener tanto sexo por día como sus huesos soporten.

Pero también es bastante difícil igualar a una mujer promedio en otros números, por ejemplo la cantidad de parejas sexuales que haya tenido, y mucho más si ponemos en la cuenta a los potenciales que hubieran sido rechazados. Esto, creo, se sostiene en lo que expresé en un post anterior con respecto al potencial sexual de unos y otros.

En este sentido, el único límite de la mujer parece ser la líbido, o más específicamente, la imaginación, que es la que finalmente la motoriza. En vistas de todo esto, ser un buen amante se pone particularmente complicado. Digamos que con mantener un buen estado físico y una líbido alta, se cumple con, probablemente, apenas un 15% de los requisitos, y hasta en muchos casos puede jugar en contra. Hay una parte psicológica y emocional que es tan sutil, tan ambigua, y tan difícil de estimular, manipular o controlar, que hasta el más experimentado y exitoso de los seductores tiene una tasa de aciertos que vista en números fríos es decepcionante. El hecho de que las mujeres hayan salido al mundo, y con eso borrado su ingenuidad de antaño y reforzado sus ya de por sí superiores habilidades cognitivas (sensibilidad, intuición, y facilidad para leer entre líneas e interpretar el lenguaje gestual), no contribuye para nada a los propósitos masculinos.

Y todo esto, para coger. Cuánta energía invertimos los hombres no tanto en coger, sino en poder coger. Por algo el filósofo
dijo que todo lo que hace un hombre es para levantarse minas. Y después las mujeres van por la vida criticándonos porque nos la pasamos pensando en sexo. Un hombre que no piensa en sexo no pasa la competencia, bonita, se muere no solamente solo, sino peor, virgen.

Parece ser que en la mayoría de los casos, la imaginación femenina no es endógena, sino que debe ser excitada externamente, a diferencia del caso general masculino. Vayamos a mi caso particular. Soy un hombre común, de mediana edad (más de 30, menos de 40), divorciado y con un hijo de su ex-matrimonio, un trabajo para nada excitante de lunes a viernes de 9 a 6, vivo en una ciudad para nada emocionante, manejo un auto de modelo más o menos reciente pero pequeño, y vivo en un departamento amplio y cómodo, pero alquilado. Pertenezco a una población de características semejantes que suma miles, y de los cuales probablemente la mitad son más altos y la tienen más gruesa que yo. Si alguien logra contarme cómo y convencerme de que hay alguna forma de que con esto una mujer se moje como si yo fuera Indiana Jones, le envío un donativo vía Pay Pal.

Esto no me parece tanto un ejercicio de autocrítica abusiva, ni un defecto de autoestima, como una simple interpretación de la realidad circundante.

Y es que creo que los hombres, en el mundo que le ha tocado a nuestras generaciones y a las futuras, nos hemos quedado con esa posición en la cadena alimenticia: ya no somos los depredadores, sino más bien unos mendigos carroñeros.

Pero aparentemente, algunos logran descubrir una veta exitosa en todo este contexto. Ellos, los iluminados triunfadores, los verdaderos self-made-men, los profetas sin tierra, es a quienes creo que hay que observar con solemne atención y obtener enseñanza de cada gesto y cada palabra.

Y justamente a eso, me visto y me voy.



4 comentarios:

Anónimo dijo...

Oh, yo conozco más de uno que puede estar listo en 3 mn y cuya imaginación deja mucho que desear, excepto cuando la estimula mi deseo.

Y yo me pregunto: ¿acaso los que yo conozco practican el sexo como las mujeres? ¿O soy yo la que induce al hombre a feminizarse en la cama?

Ni idea.

Pero lo que más me preocupa de todo, es que a ti te guste tanto eso de coger, ¡quita! con lo divertido que es follar...

Anónimo dijo...

Reina! qué honor tenerte de visita por aquí!!

Bueno y con respecto a tu inquietud... hay "algo" que yo descubrí en mi propia experiencia... las primeras veces son las mejores.

Pero no es un enunciado caprichoso, no. En las primeras veces pasan dos cosas: uno no conoce al otro, con lo cual el problema de los límites es puramente experimental; y el bienestar del otro es una consideración, pero no una prioridad.

En todas mis "primeras veces" pasaron cosas que después, en la relación estable, no solamente no se repitieron, sino que muchas veces quedaban fuera de discusión.

Y cuando uno conoce al otro, sobre todo en las cosas que no le gustan o no lo hacen sentir cómodo, y cuando uno se monta la responsabilidad de que el otro la pase bien, de puro idiota enamorado, el sexo se convierte en un ejercicio demasiado intelectual, con lo que uno sabe, con lo que supone, etc, y pierde todo lo espontáneo y lúdico.

Y por último, no, no y no! Coger es una de las mejores cosas en la vida! (y no como "coger el bus", aunque *en* el bus.. mmmmm...!)

;)

Anónimo dijo...

Te doy buena parte de la razón: el sexo enamorados es mucho menos placentero que el sexo a secas, aunque sí mucho más estimulante.

Recuerdo bien a alguien que me decía: "es que yo no me siento cómodo haciendo eso contigo: yo te quiero."

O sea, que a la prostituta del bar de enfrente sí le haces esas cochinadas tan divertidas y encima la tía cobra! Tiene cojones el tema.

Y se dice "follar", leñe, que manía con eso de "coger"...

Anónimo dijo...

"O sea, que a la prostituta del bar de enfrente sí le haces esas cochinadas tan divertidas y encima la tía cobra". Lo creas o no, a MI me pasó exactamente lo mismo. O sea, de este lado pasan las mismas cosas. Pero da para un post entero, que ya estoy escribiendo. Las palabras claves son: "gente para amar y gente para coger". Stay tuned....