martes, julio 25, 2006

Domingos de super acción

Las tardes de domingo no son mi momento favorito. Esa cruza entre modorra y aburrimiento, entre el amontonamiento de rutina postergada y la melancolía anticipada por el fin de la cuota semanal de breve y relativa libertad. No me cuesta ningun esfuerzo de la imaginación entender por qué las estadísticas muestran a los domingos a la cabeza de los dias preferidos por los suicidas para sus asuntos.

Pero como dice el comercial, "no te duele mudarte", y eso es lo que me pasa con las tardes de domingo. Lo que duele en realidad es el balance. Uno se entrega a la noche del viernes con el hambre de un resucitado, a vivir el hoy como si no hubiera futuro. A cambiar la historia, a disfrutar y exprimir cada segundo, a finalmente escribir la trama de ese momento para recordar toda la vida. Y el domingo marca el fin de ese sueño de plenitud, de acontecimientos extraordinarios, y lo marca con el sueño sin cumplir, por otra semana más. Y además, a mi edad, te regala una foto del reloj de arena, donde ya cayó más de la que queda.

La vida es rara, muy rara. Tiene métodos misteriosos, un sentido del humor que raya en lo sarcástico. La vida es parecida a una mujer. No se puede conseguir nada de ella sin pedirlo, pero tampoco se puede conseguir nada de ella pidiéndolo mucho. Hay que fingir desinterés.

Como buena mujer, es mayormente indiferente. Pero a veces, si uno está en ese cuadro mental particular, entre atento y relajado, da un indicio de algo, una insinuación.

Este domingo fue así. Una tarde pesada, fría, gris, tediosa. Una tarde ideal para dos cosas: quedarse en casa haciendo el amor o ir al supermercado. Como era de esperar, prevaleció lo segundo.

Pero ya de vuelta en casa, ocurrió el pequeño, pequeñísimo milagro. Haciendo zapping descuidadamente, paso por una película de nombre desconocido y actores más desconocidos justo en el momento en el que, en medio de una conversación, un personaje masculino le dice a una mujer:

- Las mujeres necesitan seguridad tanto como los hombres aceptación.

No necesito ver el resto de la película. Esa sola frase habría valido la entrada. Cuánta verdad, cuánta razón, cuánta sabiduría. Siempre me conmueve encontrarme con una palabra, o una frase corta que resume tanto contenido. La deberían enseñar en la primaria, para que todo el mundo lo sepa. Ir por la vida sin saber eso es vivir lastimando a la gente.

Supongo que si la vida está hecha de estos pequeños, aislados y dispersos mensajes, el truco está en perdérselos lo menos posible, y abrirlos para captar la enseñanza al máximo.



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