jueves, julio 13, 2006

El 1, el 10 y las 1000 segundas veces

Juana me manifestó muchas veces su preocupación por no haber sido "mi primera vez" en varios aspectos de la vida, como ser que yo ya me había casado y ya había tenido un hijo con otra persona, a pesar de que yo pensaba que el hecho de que yo tuviera más experiencia con esas cosas importantes me sumaba algun que otro punto a favor como hombre.

Yo, a mi modo, me veía reflejado en su reclamo. Cada vez que me enamoré, me propuse intentar ser el mejor amante que mi pareja hubiera tenido, y con Juana fue tanto más fuerte esta intención. Y no podía evitar intuir que ella había tenido ciertas primeras veces y ciertas más intensas veces que ya no se podían sustituir.

Parece ser que a muchos humanos nos trauma particularmente en el amor algo que tiene que ver con el número 1; si no es ser el primero, al menos el mayor exponente en tal o cual cosa en relación con el otro. Pero para continuar con el análisis numerológico, pasemos al otro número importante.

Una de las n de David era una chica a quien, por supuesto sin que ella lo supiera, habíamos bautizado como Miss 10. Esto empezó cuando ellos recién comenzaban a estar juntos, y él me contaba sobre ella y sobre ellos, pero sin dar nombres. Entonces, ante la necesidad de referirla de alguna forma, cuando hablábamos le preguntaba cómo iban las cosas con Miss 10. El apelativo, como es de suponerse, tenía que ver con el hecho de que David estaba muy feliz con ella.

Bueno, a veces estaba muy feliz con ella. Tenían muy buena piel y una cama espectacularmente envidiable, pero segun él no compartían nada más y dudaba de seguir con la relación, a pesar de mi insistencia a favor. Y, por supuesto, mi consejo a favor del tómalo tenía motivos, y estos motivos tenían que ver con mi percepción de que lo que ellos tenían es más difícil de conseguir que la afinidad a más alto nivel. Mi opinión es que la piel se tiene o no se tiene, no se gana con el tiempo sino que se deteriora, pero que la experiencia de conocerse y coincidir y complementarse sí se enriquece y puede crecer con el paso del tiempo. Digamos que en mi visión ellos tenían un excelente punto de partida para otras cosas que podían venir y agregarse después. Pero David mantenía sus dudas y sobre todo su recelo de presentarla en público, porque pensaba que no encajaban juntos.

Así que un día que él estaba nervioso porque pronto tenía un compromiso social y no estaba seguro de si ir o no con ella, le propuse una prueba piloto y los invité a cenar a casa.

Cuando finalmente se fueron, Juana se despachó a Miss 10 a gusto. Dijo que David tenía razón, y que lo mejor sería que se divirtiera con ella un poco más y después buscara algo de su nivel.


Con lo cual, sin saberlo, me dio el pie que necesitaba para mi exposición: que yo opinaba que lo que ellos tenían valía tanto o más que lo que nosotros teníamos, y que una cosa no quitaba la otra, siempre apelando al "todo en casa". Y como era de esperar, terminamos hablando de sexo, que era justamente lo que yo quería.

- Le falta experiencia a esa chica. Le falta calle, golpearse con la vida. Es muy infantil.
- No sé, puede ser. Pero ella tal vez tenga tiempo para crecer. Eso puede venir después, y lo que tienen ahora no viene después.
- Yo no opino lo mismo. Una aprende y se conoce a medida que crece.
- Cómo? no entiendo.
- Una aprende mejor qué cosas le gustan. - por supuesto, omitió mencionar el aprendizaje de las cosas que no le gustan.
- A ver. Para vos, cuándo eras más 10? Antes, o ahora?
- Ahora, sin dudas.
- Sin embargo, para alguien con quien antes hiciste cosas que ahora no hacés, eras más 10 antes, no te parece? - su cara se transformó en una fracción de segundo.
- Otra vez con lo mismo?!

De más está decir que esa noche tampoco lo hicimos.



1 comentario:

Fantine dijo...

Mi analista, un día en que yo le relaté una pelea con mi ex, bastante similar a la tuya, me decía que quizás tanta belicosidad de mi parte encubría un "feroz deseo sexual" (sic).
Su comentario provocó que faltara las dos sesiones siguientes sin aviso (jajajaja!), lo que le reafirmaba haber dado en el blanco una vez mas.

De todos modos, ni el análisis, ni el amor, ni las peleas, ni los años que duró esa relación, nada, pero nada logró que se modificara nuestra forma de relacionarnos. Ahora pienso que no me interesaria demasiado que él supiera como habia sido, o si podia volver a serlo.

Curiosamente, con el tiempo descubrí que yo no era "asi" de fria, ni de manipuladora, ni de asexuada, ni vengativa, ni nada de eso.

Por el contrario, años después, situación similar, otra pareja, comprobé que nada más motivante que un: "no te parece?" precedido de un desafiante discurso, para que en lugar de ofenderme y castigarlo, largara una carcajada y le demostrara al gran provocador, que era más aún que más 10.

Satisfecho, demasiado diría yo. Ya sin hambre y seguro de si mismo, después de un tiempo, corrió a buscar a alguien con quien ser el primero. Ese maldito primer lugar, tan ansiado por ellos.

Alguna vez se habrán planteado la importancia de ser el último al menos en este caso?
En definitiva, el último es el es-cogido ;-)