martes, agosto 15, 2006

Mondo Teta

Esa misma tarde nos enviaron a nuestra habitación a la chica que habíamos pedido por teléfono durante la mañana. Vestía una casaca azul que le daba un aire formal; era joven, morocha, más baja que yo y de contextura más bien pequeña. Un buen contraste con Juana, pensé.

Habló un poco con nosotros, haciendo una muy bien disimulada introducción y acondicionando con mucho oficio el clima a lo que venía a hacer. Bastaron solamente unos pocos minutos más para que invitara a Juana a abrirse el escote y dejarla ver sus pechos, y ésta accediera. Se acercó a ella y empezó a masajearle una de las tetas. Después, y convenciéndola amablemente a que la dejara, con femenina delicadeza le acarició y luego con más firmeza le pellizcó y apretó el pezón hasta que éste se puso duro, y entonces le pidió a Juana que ella hiciera lo mismo con el otro.

Ella hablaba todo el tiempo y cada tanto también se tocaba, apretaba y masajeaba sus propios pechos. Su discurso incluía la palabra "mamada" en una de cada tres frases, y hasta llegó a sugerir que la frecuencia óptima para practicarlas estaba entre las 2 y 3 horas. Una mamada cada 3 horas, como mínimo. Qué maravilla.

Nos enseñó y nos demostró en vivo algunas posiciones nuevas para nosotros, una con las piernas hacia adelante y otra con las piernas hacia atrás, y también nos habló de lo importante que era mantener una postura cómoda a la hora de hacerlo. De hacerla, la mamada. Para evitar el dolor de espalda.

Sin embargo, y seguramente a riesgo de que algunos - o muchos - me vayan a tildar de negativo, inconformista o gataflórico, tengo que confesar que lo que en otro contexto me habría puesto muy gratamente inquieto, me resultó una experiencia intensamente... deserotizante.

Será que esto de la puericultura no solamente no es lo mío, sino que además me excluye soberanamente.

Creo que va a pasar un buen tiempo antes de que la vista o el tacto de los pechos de una mujer le vuelvan a enviar a Krestian Jr. alguna clase de impulso.


1 comentario:

Polizona dijo...

¡Otro de los maravillosos regalos de la maternidad! Los hombres ven una vaca lechera donde antes veían una fuente de placer...
Me he reído mucho con el post, realmente me estaba imaginando una escena altamente erótica!