lunes, enero 08, 2007

Lomo al Marsala, parte 3 (de 4)

Me costó y dolió mucho aceptar semejante derrota. Pero no me dí por vencido, ya que a esta altura me sentía ya muy unido a vos. “OK. El chef es indestructible”, pensé, “pero todavía podemos pasarla muy bien y estar y tener algo juntos”.

Entonces, un día, quise preparar el terreno para el lomo al marsala, y pensé en preparar cerdo al estragón. Mientras me veías realizar maniobras poco usuales en la cocina, preguntaste:
- qué estás por hacer?
- Cerdo al estragón – confesé no sin un poco de pudor.
- Cerdo? – preguntaste en un tono que no expresaba sí o no, pero que por algun motivo me sugirió que no. Así que cancelé el cerdo, y comimos bife de costilla.

Unos pocos días después, y para mi desilusión, me insinuaste que me había acobardado con el cerdo.

Seguimos viéndonos y compartiendo, aunque el menú se había quedado un poco atrasado. Repetíamos comidas caseras, donde predominaba la milanesa, muy sanas y que aunque sin mayor emoción ni novedad, me alegraban el espíritu y me saciaban de la pura alegría de compartirlas con vos. Y de saber, también, que no hace falta comer caviar todos los días para ser feliz.

Después, de puro enamorado e ilusionado, y para facilitarnos estar juntos, te invité a compartir mi cocina en forma permanente. Junto con tus utensilios, vinieron tus muebles, tus libros, tu ropa y tus muñecos, pero yo estaba feliz de estar con vos en todo eso. Y, por supuesto, teníamos la cocina para nosotros las 24 horas del día. Así que compré lomo, para el famoso lomo marsala, y lo guardé en el freezer.

Fueron días maravillosos en los que desayunábamos y cenábamos juntos, y hasta algun que otro picoteo de medianoche, y siempre que podía me escapaba del trabajo para también almorzar con vos. Algo rápido, porque el tiempo no permitía más, pero una pequeña travesura compartida, un momento para los dos, al fin de cuentas.

Incluso hicimos un viaje juntos, un viaje que nos habíamos prometido en nuestras charlas tempranas. Tal vez el clima no era el más adecuado para el lomo al marsala, pero me pareció detectar, no sin curiosidad, una cierta actitud esquiva de tu parte con respecto a la comida.

Habían pasado tres meses, y tuve que tirar el lomo, pero compré otro y lo guardé en el freezer para cuando llegara la gran ocasión.

Hasta que un primer día, te salteaste el desayuno porque tenías sueño.

Y alguna cena, porque habías comido mucho al mediodía.

Y empezaste a apartar los condimentos.

Cambié de trabajo y los almuerzos desaparecieron. Alguna vez te ofrecí venir a buscarme, para almorzar juntos cerca del trabajo como en aquellos tiempos, pero nunca viniste.

Empezamos a comer, casi exclusivamente, milanesas con puré. Algunas veces en porciones realmente chicas, pero nunca querías repetir, entonces, por cortesía, yo no repetía. Y a veces, me quedaba con hambre. Pero no importaba porque estábamos juntos, y alguna vez nos podríamos dar un empacho juntos.

Entonces planeé un fin de semana para el empacho, pero vos quisiste hacer compras. Al volver a casa, encontraste los ingredientes, y me dijiste que te había halagado. Esa noche comimos milanesa con puré, pero yo comí tristeza con puré.

Una tarde, conversábamos, y te pregunté
- esta noche qué podemos preparar? – invocando la complicidad que nos unía.
- Siempre pensando en lo mismo? No podemos hablar de otra cosa?

Cierto, no tiene gracia hablar todo el día de lo mismo, pero no me pareció el caso, y menos entre fanáticos. Pero cambié de tema, y me quedé preocupado.

Otro día, la respuesta fue distinta:
- te gustaría que te cocine algo realmente delicioso? Jugoso? Tentador?
- Hoy vi en una vidriera una pollera verde re-linda.

Y otro día, fue algo referido a tu mamá. Y otro día, a tu perro, al nene que cuida tu mamá, o al pesado ese que te encarga trabajos. Todavía hablábamos de comida, a veces, pero ya no bromeábamos sobre cuánta azúcar le íbamos a echar a la mousse. Que si era poca, que no que era demasiada. Toda la charla era:
- hoy comemos milanesa, dale?

O:
- esta noche quiero milanesa.

O simplemente:
- esta noche quiero comer.

La milanesa ya era implícita. Y yo opté por no sacar más el tema, porque ya no tenía la misma gracia, sobre todo si a vos te irritaba. Y empecé a fantasear de nuevo con el chef, y me preguntaba cuántas horas te pasarías ese mismo día con él si te llamara y te empezara a hablar de sus nuevos manjares. Me preguntaba cuánto se los elogiarías, y cómo le dirías sobre lo mucho que te gustaría probarlos, con lujo de detalles.

Otro día, te traje un delantal todavía más delicado y caro que el anterior, y me dijiste,
- otro delantal?

Así que dejé de comprarte delantales, para que no los uses y te moleste que te los dé.

Dejamos de poner servilletas en la mesa, las velas ya eran cosa del pasado remoto, y ya no usábamos ni jugo de limón, ni mostaza. Atrás, muy atrás, había quedado despertarnos de madrugada para picotear juntos algun snack. Ahora, me apartabas la bandeja, la mayoría de las veces sin el menor gesto de consideración o amabilidad, ni por supuesto, de las más remotas ganas.

Otro día tenía ganas de hacer zanahoria acaramelada. Recordé que me habías contado que si bien no te apasionaba a tope, la comías hasta el final, de modo que te lo propuse, pero pusiste cara fea, así que no la hice. Tuve que tirar la zanahoria, pero no me di por vencido y otro día te la preparé de prepo. Pusiste otra cara fea, jugaste con ella, pero no la probaste. La tuve que tirar de nuevo, pero lejos de abandonar el intento, lo hice otra vez. Esta vez te ofrecí ponerle almíbar, la comiste por la mitad, y la dejaste sin explicación ni excusa. La tiré, y lo volví a intentar otro día. Esta última vez, ya con almíbar y miel, la comiste por la mitad hasta que sonó el teléfono, muy funcional porque también la dejaste, esta vez con algo cercano a la justificación. La única explicación que encuentro es que no te gusta mi zanahoria, o cómo te la presento, y realmente tengo curiosidad sobre aquella o aquellas otras veces sobre las que me hablaste. Pero de lo que sí estoy seguro es que nunca vas a probar mi zanahoria acaramelada.

Tiré el segundo lomo, y con algo de duda, compré otro y lo guardé en el freezer.

7 comentarios:

Carmen dijo...

Ufff!!! por los pelos de qué me pierdo este lomo tan requeteriquísimo que se está cociendo, me encanta tu receta, a ver como acaba, no me lo pierdo.
Besos

GABU dijo...

KRES:yo te avisé(y vos no me leíste),ESTRANGULALA!
O avisáme que te doy una manito,que sé yo!
Especímenes como estos hacen enquistar a la casi efímera especie en extinción de las féminas con los ovarios bien puestos!
KRES:LA MATAS VOS O LO HAGO YO,EH?!
Ya estas en alerta!Y ese lomo que frezaste,cocinátelo rico rico y agasajate porque después de soportar semejante histeria no hay plato que aguante para empollar(se entiende,no?)
Perdón!Mil perdones...
Pero me pone nerviosa esta chica tan tan tan,ma' si lo digo,ESTUPIDA!Esta palabra le cabe de cabo a rabo!jajajajajaaj

MILES Y MAS MILES DE BESOS
(querés que te chifle cuando una amiga esté tranqui,sin dramas y con un sentido de la vida light?)

Unmasked (sin caretas) dijo...

K

pucha, que exigente esta mujer, encima que le cocinan, se queja, o rechaza lo ofrecido.

Porque no le pedis al del cuento que le diga que cocine ella??

Yo encantada, como todo lo que me pongas en la mesa. Como te dije, nada mas sexy que un hombre que cocina y lo hace bien

Un besoooo en tu otro ojo, el que no se ve.

Petra

Jake Gittes dijo...

Tras bajar ese tobogán contigo (y con ella), me temo que perdí el hambre y esta noche yo tampoco cenaré. Casi mejor brindo con un J&B a tu salud.

Anónimo dijo...

che... yo tambien tengo ganas de estrangularla...

pero otra cosa, que es el lomo al marsala?, o sea, no se si yo me perdi algo o qué, pero qué tiene de especial?

Anónimo dijo...

Hola Krestian,
solo esperando por la ultima parte de "lomo al marsala"......para que pases la pagina y te liberes de lo del chef....
besos frios...muakkkkk!
t.
p.d. vuelveeee.....

Anónimo dijo...

Hola a todos... me alejé pero no me fui... espero que no se nos haya desabastecido la barra...

Carmen, gracias por visitarme de nuevo. Ya falta poco, hay algunas sorpresas.

Gabu: tranquila... princesa... hay un giro... y tal vez cambies de opinión. En dos entregas más lo sabremos.
Besos. Eh, la oferta... dejamelo pensar ;)

Petra: y... viste como es el ser humano? cuando no tiene desea, cuando tiene se abruma. El del cuento... jaja, no te puedo contar el final. Hay que esperar un poco más.
Hmm... me gusta cocinar y agasajar. Y va a ser mejor que diga solamente eso. :)
Gracias por el beso... ouch!

Jake: me gustó mucho la imagen del tobogán. Hace ya tanto que tengo esa sensación, la de estar bajando un tobogán, que ya se me fue el vértigo.

Gaby: Uhff veo que se está formando un pelotón de ejecución ahí afuera... creo que mejor termino la historia acá antes de que la pobre chica sea boleta...
(mentira)
Ah... Gaby... el lomo al marsala es una comida, rica, sí, pero nada que sea del otro mundo, ni un manjar para dioses o para reyes. Es un placer al alcance de la mano, no para todos los días, pero posible. A menos que te lo prohíban.
Si te prohibieran la milanesa con puré...
...no matarías por una milanesa con puré?

t: Aquí estoy y hoy mismo, la última entrega de la historia.

Aunque hay bonus track.

Yo dije bonus track?

No tenía que decir que había bonus track.

Abrazos a todos.